Asumió Macri y dijo que llamará al diálogo y combatirá la corrupción

Lo hizo en el Congreso al asumir como Presidente. Y declaró abierto “un tiempo de diálogo y de respeto”. Después, recibió los atributos presidenciales en Casa de Gobierno de manos del senador Pinedo. Desde el balcón de la Casa Rosada dijo: “Merecíamos vivir mejor”. A última hora de la tarde juraron los miembros de su Gabinete

Mauricio Macri se había entusiasmado con utilizar el Cadillac descapotable V8 OHV que en 1952 la General Motors le donó a Perón. Pero a último momento alguien de su equipo advirtió que el auto no estaba en condiciones mecánicas y cuando comenzaron a buscar otro vehículo alguien le sugirió que usara un Volkswagen Touareg, no por la marca y el modelo, sino porque es un auto de la tendencia ecológica, que funciona a nafta y a electricidad. A ese gesto, pequeño pero simbólico según la lógica macrista, siguieron otros: un discurso corto, de apenas 27 minutos, en la que buscó imponer la palabra “equipo” por sobre su figura. El texto, con palabras sencillas, fue pulido hasta en las comas (sus asesores le pidieron que no improvisara) y puso más la mirada en lo que viene más que en lo que se va, sin ninguna alusión directa a Cristina y, mucho menos, basado en referencias a eventuales enemigos. Macri quiere que lo sigan viendo como un “hacedor”, la palabra que él interpone siempre a la de “político”: tal vez por eso no hubo anuncios puntuales, solo una descripción general de lo que quiere. En privado dice que los anuncios llegarán cuando tenga algo concreto que comunicar. “Se viene un tiempo nuevo, de diálogo y de respeto”, dijo frente a la Asamblea Legislativa. La era arrancó ayer minutos antes del mediodía. Y marcó el fin del ciclo más largo de la democracia: después de 12 años, desde ayer el apellido Kirchner ya no estará al mando de la Casa Rosada.

Mauricio Macri y Juliana Awada se retiran del Congreso Nacional Mauricio Macri y Juliana Awada se retiran del Congreso Nacional

Interrogantes por delante surgen muchos. El principal: qué hará el nuevo presidente en materia económica. Ayer, ni frente a los legisladores ni más tarde en la ceremonia del traspaso del bastón y la banda presidencial que dio lugar a un discurso más distendido en el balcón, frente a la Plaza de Mayo, Macri dio precisiones. Qué pasará con el dólar, qué medidas abordará para encarar la inflación, qué camino tomará para enfrentar el déficit fiscal y cómo hará para mejorar el nivel de reservas del Banco Central. Grandes enigmas.

El discurso de Macri apuntó a reforzar los conceptos que abrazó en la campaña. Combate al narcotráfico, lucha contra la corrupción, independencia judicial, convocatoria al diálogo y al consenso para políticas de largo plazo y llamado a la unión de los argentinos.

“Este Gobierno va a combatir la corrupción, voy a ser implacable. Y la Justicia independiente tendrá todo mi apoyo: no habrá jueces macristas”, sostuvo. Desde los palcos lo aplaudieron: ocurrió cada vez que se diferenciaba de la ex Presidenta. En las gradas estaban sus ministros, sus amigos, su familia. Y los presidentes más importantes de la región, como Dilma Rousseff (Brasil), Michelle Bachelet (Chile), el peruano Ollanta Humala, el boliviano Evo Morales y el ecuatoriano Rafael Correa. También estaba el rey Juan Carlos. Como se esperaba, no asistieron los diputados más leales a Cristina, aunque fue notoria la presencia de Daniel Scioli, el candidato a presidente del Frente para la Victoria.

“Los invito a aprender el arte del acuerdo”, fue una de las últimas frases. Lo hizo para convocar a las fuerzas opositoras, en especial a sus rivales de octubre, a quienes mencionó con nombre y apellido.

“Los desafíos que tenemos por delante son enormes”, dijo.

Luego del discurso, Macri se subió al Volkswagen y fue en caravana hasta la Casa Rosada. Siempre pegado a su mujer, Juliana Awada, a la que besaba sin pudores en varios tramos y también cuando pisó la Rosada y recorría sus pasillos. Durante el tránsito hacia ahí, Macri saludaba gente y recibía gritos, cartas y pedidos al paso. En un momento se detuvo para tocar la galera de un personaje menor de la TV, apodado “El mago sin dientes”.

Mauricio Macri ayer junto a su mujer, Juliana Awada

En el Salón Blanco recibió el bastón y la banda presidencial que se negó a entregarle Cristina de manos de Federico Pinedo, el presidente provisional del Senado, que fue presidente en ejercicio durante doce horas. La ceremonia fue corta: apenas 8 minutos.

El Presidente recibe los atributos de parte de Federico Pinedo, presidente provisional del SenadoEl Presidente recibe los atributos de parte de Federico Pinedo, presidente provisional del Senado

Entre los casi 300 invitados estaban, además de los presidentes de la región, Susana Giménez, los jueces de la Corte Suprema, su amigo y confidente Nicolás Caputo y, en la última fila, su asesor estrella, Jaime Durán Barba. También estaba su padre, Franco Macri, con el que se dio un largo abrazo y se dijo algo al oído. Pareció saldar viejos rencores.

Luego habló en el emblemático balcón de la Casa Rosada, volvió a tirar besos y terminó bailando cumbia con su mujer.

“Siempre les voy a decir la verdad”, prometió en el balcón

Ni bien recibió los atributos, Macri se dirigió hacia la multitud que se congregó frente a la Casa Rosada.

Mauricio Macri no demoró su debut en el histórico balcón de la Casa Rosada. Luego de recibir los atributos de mando, el presidente saludó a la multitud que lo esperaba desde muy temprano. En su discurso, breve e improvisado, llamó a la “unidad” de los argentinos y prometió “decir la verdad”.

Estaba acompañado de su esposa Juliana Awada, de su hija Antonia, que saludaba a la multitud con el mismo gesto que sus padres, de la vicepresidenta Gabriela Michetti y de la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, una de las más aplaudidas. A esa hora, a Macri se lo notaba más suelto. Cuando terminó de hablar, comenzó a bailar al ritmo de Gilda. A su lado, la vicepresidenta intentaba entonar la canción. Una imagen repetida desde que el PRO ganó las elecciones en 2007. Pero esta vez, en el balcón de la Rosada.

“Quiero que nos podamos expresar en libertad en la República Argentina, que podamos pensar diferente pero trabajar juntos. Prometo siempre decirles la verdad y mostrarles cuáles son los problemas. Esta Argentina la construimos todos juntos”, arrancó Macri desde el balcón.

Macri saluda a sus seguidores en el balcón de la Casa Rosada junto a la primera dama Juliana Awada y a su hija menor Antonia Macri Macri saluda a sus seguidores en el balcón de la Casa Rosada junto a la primera dama Juliana Awada y a su hija menor Antonia Macri

A esa hora, la Plaza de Mayo estaba repleta. El único claro estaba alrededor de la Pirámide, el lugar elegido por Hebe de Bonafini y un puñado de militantes de las Madres de Plaza de Mayo para marchar por la “resistencia”. Fue el único foco de tensión durante toda la jornada. Mientras Macri llamaba al diálogo, los militantes K cantaban un clásico: “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza”. A su alrededor, otros intentaban callarlos. “Son unos provocadores, están buscando una agresión”, se quejaban dos señoras mayores del interior que observaban la situación desde muy cerca. “Cristina ya se fue”, repetían a coro los militantes de Cambiemos. Los intercambios, cara a cara, terminaban en insultos. Al mediodía, cuando la plaza comenzó a llenarse, las agresiones verbales pasaron a ser empujones. De ambos lados tuvieron que interceder para separar a los más exaltados. La Policía no intervino. Sólo algunos agentes de civil monitoreaban la situación.

Bonafini observaba todo desde la sombra de una carpa. Había permanecido toda la madrugada en la Plaza y tuvo expresiones descalificadoras sobre el nuevo presidente. “Macri es un cagón, tiene un miedo bárbaro de asumir porque no sabe qué hacer con esta presidencia que le tocó en la lotería. Si no tenía los jueces y la prensa no llegaba ni loco”. Algo similar había dicho en 2003, con Néstor Kirchner.

Como contracara, desde el balcón, Macri transmitía un mensaje de unidad y de esperanza: “Crean en ustedes mismos, que pueden hacer más y vivir mejor. Necesito que participen y que nos alerten cuando nos equivocamos”.

A cada frase, la gente coreaba el jingle de la campana de Cambiemos: “Ohhh, ohhh, estoy con vos”. En otro tramo del discurso la multitud apeló a un clásico: “Olelele, olalala, si este no es el pueblo, el pueblo dónde está”.

Miles de personas saludan al presidente Mauricio Macri mientras es trasladado a Casa Rosada tras prestar juramentoMiles de personas saludan al presidente Mauricio Macri mientras es trasladado a Casa Rosada tras prestar juramento

La Plaza había tardado en llenarse. Muy pocos se atrevieron a desafiar el calor agobiante desde temprano. Los que lo hicieron se ubicaban en los pocos espacios con sombra. Los más tempraneros pudieron seguir la transmisión de la jura en el Congreso a través de dos pantallas gigantes, las mismas que había utilizado Cristina para su despedida.

“Este Gobierno no va a tolerar la corrupción”, fue una de las frases que despertó los primeros aplausos. Los colores que predominaban eran el celeste y blanco. La mayoría eligió banderas, camisetas y globos con esos colores. Pero también hubo banderas amarillas y algunas rojas y blancas del radicalismo. “Villa 31 bis”, “Bienvenido Presidente Avellaneda. Villa Corina”, “Pro, Paso de los Libres”, “Macri, Vidal, Saredi”, eran algunas de las banderas que se destacaban entre una multitud que se movilizó, en su mayoría, de manera espontánea.

Luego de hablar, Macri dejó el micrófono, se quitó la banda y bailó

Cerca de las 13, cuando la caravana arribó a la Plaza, el termómetro superaba los 30 grados, y algunos se salpicaban con las manos en la fuente. Los balcones de los edificios públicos estaban repletos. También había empleados públicos en los techos del Ministerio de Economía, la AFIP y la ex jefatura de Gobierno, donde Macri tenía su oficina hasta hace un año. Nadie quería perderse la foto del momento.

“Sí se puede”, sonaba desde los cuatro costados de la plaza. La canción, una marca registrada durante la campaña, volvió a escucharse varias veces. El final del discurso fue efusivo: “Tenemos que atender a los invitados del extranjero, besos a todos. Los amo, gracias, gracias, gracias”, gritó Macri. Lo que siguió, fue una imagen más conocida: el nuevo presidente se sacó la banda, levantó los codos y comenzó a desplazarse por el balcón, al son de una cumbia de Gilda. Nicolás Pizzi