Un campeón con fútbol, fuerza y gol

La Argentina se consagró campeón del mundo. En un gran partido derrotó a Holanda por 3 a 1. Al finalizar los 90 minutos, el marcador registraba una igualdad de un tanto. Los goles fueron convertidos por Mario Alberto Kempes, en dos oportunidades, y Daniel Ricardo Bertoni. El autor del tanto holandés fue Nanninga, quien había ingresado en reemplazo de Rep. Nuestra representación logra por primera vez el título y se constituye en la sexta que inscribe su nombre en la Copa en las once versiones.

Daniel Passarella, Leopoldo Luque y Daniel Bertoni con la copa del Mundo Daniel Passarella, Leopoldo Luque y Daniel Bertoni con la copa del Mundo

Cada movimiento de la pelota tenía millones de ojos puestos en ella. Y, de acuerdo al sector de cancha que se trasladase, un sinnúmero de deseos, angustias, alegrías o miedos.

Nosotros hemos intentado reproducir en este espacio, las jugadas más interesantes. Las que, en definitiva, concitaron la absoluta atención de todo un país. Esta narración no tiene pretensiones de originalidad. Estamos totalmente convencidos de que usted lo ha visto por televisión, en el cine o en el mismísimo estadio de River. Pero, cuando este diario esté en sus manos, pretendemos que vuelva a emocionarse.

Passarella levanta la copa y la muestra al estadio

Seis minutos: Una falta en perjuicio de Haan. El mismo se ocupó de enviar el tiro libre. Desde la izquierda de su ataque. Por elevación. Impecable salto de Rep, ganándole a toda la defensa argentina. La pelota que apenas rozó el palo derecho del arquero...

Quince minutos: Bertoni le ganó a la marca. Desde atrás es derribado. Gonella indicó el tiro libre, que Passarella cumplió con violencia. Jongbloed se arrodilló con gran esfuerzo al lado de su poste derecho y pudo retener la pelota.

Veinticuatro minutos: Bertoni nuevamente víctima de una infracción. Esta vez Olguín fue el que mandó el tiro libre. Un rebote en los defensores naranjas que esperaban. Olguín recibió nuevamente. El centro volvió a caer sobre el área grande visitante. Passarella llegó desde el fondo y alcanzó a poner su pierna derecha. El estadio en vilo. La pelota apenas "acarició" el travesaño.

Veintisiete minutos: Brandts por su izquierda. Ni Olguín ni Galván pudieron trabarlo. El puntero tuvo tiempo de enviar el centro. Rep le pegó como venía y Fillol conquistó todos los aplausos posibles.

Bonafide sabía. ¡Argentina campeón!Bonafide sabía. ¡Argentina campeón!

Veintinueve minutos: siempre Bertoni como protagonista. Picando por la derecha. La defensa naranja, que pretendió aplicar el recurso del "offside" ex profeso, sin advertir que el líbero Krol habilitaba. El wing de Independiente, desde el borde del área grande, le colocó al arquero un derechazo que por un par de metros casi inaugura la serie... Salió apenas desviado.

Treinta y siete minutos: la cancha alcanzó la temperatura máxima... ¿Cuántos grados? Imposible saberlo... Ardiles que se la llevó. Jansen no lo pudo detener. Luque recibió la pelota. Por allí se veía la llegada de Mario Kempes... Perfecta aparición del N°10. El arquero que sale. Toque del cordobés: GOL. Uno a cero.

Cuarenta y cuatro minutos: Fillol nuevamente es propietario de la alegría de la hinchada. Rensenbrink quedó mano a mano y el arquero de River volvió a postergar el empate holandés.

Sesenta y siete minutos: Bertoni frente a Poortvliet. Ganó el argentino. También pudo advertir la entrada de Kempes. El zurdazo desviado del goleador estuvo muy cerca de provocar otra "explosión"...

Setenta y tres minutos: Holanda arriba. En la búsqueda del gol que le alcance para seguir creyendo… Una falta contra Neeskens. Del tiro libre, un violento zurdazo de Rensenbrink que termina su recorrido en las manos de Fillol.

Ochenta y un minutos: silencio total y absoluto. Si hasta nos atrevemos a decirle que aguzando un poco el oído, hasta se podía escuchar el grito de los jugadores naranjas... Gol del empate. Centro de René Van de Kerkhof, implacablemente cabeceado por Nanninga.

Noventa minutos: la suerte también juega y aquí se acordó de Argentina... Willie Van de Kerkhof atropelló la salida de Fillol —era un pelotazo largo desde el medio— y alcanzó a poner su pierna izquierda. El rebote en el palo derecho del arquero argentino, posibilitó que se jugase el tiempo de alargue...

Catorce minutos: Kempes recibe en la línea del área, elude dos jugadores, rebote en el arquero y con la punta del botín vuelve a conectar la pelota para dejarla en la red, haciendo estéril el esfuerzo de otros dos defensores.

Veintitrés minutos: Larrosa a Tarantini. El toque para Bertoni. Kempes en la devolución y nueva aparición de Bertoni para juntarse con la pelota y convertir el gol definitivo.

Cada vez que el país lo necesite, BONAFIDE volverá a entrar en juego.Cada vez que el país lo necesite, BONAFIDE volverá a entrar en juego.

Escribe Pelé: "Que sigan en este camino"

Este triunfo de la Argentina es una de las mayores emociones que experimenté en mi vida. Lo viví como brasileño, pero consustanciado de que es la victoria del fútbol de América. Y fue tal mi alegría que tendría que remontarme a México en 1970, cuando el equipo de mi país se consagró tricampeón, o, más recientemente, cuando me despedí del fútbol en Nueva York jugando para el Cosmos, para que se iguale el estado de ánimo que experimenté cuando el árbitro italiano Sergio Gonella dio el pitazo final que consagraba a mis hermanos argentinos campeones mundiales.

Y mi halago fue inmenso porque siempre sostuve que el fútbol de ustedes era de primerísimo nivel y nunca había podido obtener un título. Además, porque vi en la cancha un equipo de verdaderas fieras que supieron jugarse en todas las contingencias del juego. Tuvieron la virtud de hacer pesar su categoría de fútbol hábil y talentoso cuando las circunstancias lo exigían y pusieron el temperamento de los campeones cuando se vieron superados por la dinámica de los holandeses, especialmente en los segundos 45 minutos.

Este equipo argentino es un verdadero ejemplo para que lo tomen de modelo en toda América. Demostró que cuando se cumple con un trabajo serio y organizado los resultados se dan siempre. Se acabó el tiempo de las improvisaciones, y Menotti y los dirigentes de AFA lo comprendieron. Sus esfuerzos se consumaron en esta victoria para hacernos sentir feliz a todos los latinoamericanos.

En mi entrega de ayer advertía sobre la posibilidad de que la Copa cruzara el Atlántico. Con ello no quería decir que no confiara en los argentinos. Simplemente que pensaba que la experiencia de haber llegado por segunda vez consecutiva a la final de un Mundial podía pesar a favor de los europeos. Pero la grata sorpresa me la dieron los americanos, que mostraron una entereza y garra increíbles. Por eso la tan ansiada Copa se quedó en suelo americano. A los jugadores argentinos les estoy agradecido por el momento de felicidad que me hicieron vivir.

El análisis del partido tuvo muchos matices. Comenzó con la reclamación de Passarella para que Reinier van der Kerkhof se quitara el yeso y la posterior reclamación de los holandeses, que intentaron retirarse de la cancha. Esa circunstancia fue un motivo para que los jugadores relajaran los nervios. Normalmente las finales comienzan tensamente, y esta vez no fue así porque en esos diez minutos de discusiones todos los jugadores tuvieron la oportunidad de sedarse.

Guillermo Vilas, línea Ídolo: de vestir deportivo e informal.Guillermo Vilas, línea Ídolo: de vestir deportivo e informal.

El nivel técnico del encuentro fue excelente. Considero que debe haber sido uno de los mejores que se vieron en las finales. Desde el comienzo se advirtió que estaban frente a frente dos escuelas diametralmente opuestas: Holanda haciendo valer su juego colectivo y la Argentina las individualidades para darle también sentido de equipo. Ese es el gran mérito de Menotti.

Lo repito: se acabaron los equipos argentinos que se dormían en el medio campo haciendo circular la pelota sin profundidad. Esto es diferente. Tiene posibilidades de variantes ofensivas y demostró que también puede defender. Por esa razón pudieron desequilibrar. Siempre dije que cuando los sudamericanos pueden alcanzar el ritmo de los europeos, ganamos nosotros porque somos más hábiles y pícaros.

El primer tiempo mostró cambios estratégicos en los dos equipos. En el segundo, Holanda renunció un poco a su habitual mecánica para ir a buscar la igualdad. En el complemento apareció la garra de los argentinos. El partido tuvo de todo. Fue una gran final.

En el terreno de las individualidades quiero destacar a cuatro argentinos, aunque en realidad todo el equipo se movió con armonía y tesón: Fillol, Passarella, Bertoni y Kempes. El arquero tuvo tres contenciones magistrales, sobre todo en el primer tiempo cuando desvió dos remates, uno de Rep y el otro de Rensenbrink. El capitán fue el verdadero baluarte de la defensa y supo hacer valer su personalidad en los momentos decisivos. Bertoni le dio gran poder ofensivo y Kempes fue una figura excepcional. Un verdadero coloso.

Mario Kempes y Daniel Bertoni festejan, mientras los adversarios demuestran su frustraciónMario Kempes y Daniel Bertoni festejan, mientras los adversarios demuestran su frustración

A los holandeses no quiero juzgarlos individualmente. Simplemente digo que fueron dignos perdedores. El rival de jerarquía que necesitaba Argentina para engrandecer aún más su hazaña.

Mi párrafo final en esta estadía en Buenos Aires es para agradecer las atenciones recibidas y para mandarle una cálida felicitación a mi gran amigo César Menotti. Ojalá que el fútbol argentino siga por el camino que él está trazando.

VIDELA ENTREGÓ EL TROFEO

Cuando la Copa se sintió feliz

Apenas terminado el partido que consagró al equipo argentino como campeón del mundo, se realizó la tocante ceremonia de clausura. El presidente de la Nación entregó al capitán Daniel Alberto Passarella la Copa de la FIFA en un clima de gran emoción. El teniente general Videla saludó, uno por uno, a todos los integrantes del plantel.

Cuando el árbitro italiano Sergio Gonella pitó el final, la cancha de River explotó en un desahogo incontenible. La Argentina ya era campeón del mundo. Los jugadores parecían no comprenderlo. En realidad, nadie lo comprendía. La realidad superaba la dimensión del sueño. Tras un rápido intercambio de camisetas los integrantes del plantel se dirigieron al vestuario. Ninguna de las casi 80 mil personas se movió de su puesto en las tribunas. Mientras el cartel indicador repetía las palabras mágicas: “Argentina campeón” y los nombres de todos los jugadores, se fue preparando el acto final. La ceremonia de la entrega de la Copa de la Federación Internacional de Fútbol Asociado.

El capitán Passarella saluda al presidente de la Nación. Fillol lo sigue

En el palco oficial esperaron las altas autoridades el retorno de los campeones. El presidente de la Nación, teniente general Jorge Rafael Videla, estaba acompañado por el comandante en jefe de la Armada, almirante Emilio Eduardo Massera, y por el comandante en jefe de la Fuerza Aérea, brigadier general Orlando Ramón Agosti. También estaba en el palco de honor el presidente de la República de Bolivia, general Hugo Banzer Suárez, especialmente invitado por el teniente general Videla para el partido final. Se encontraban también la totalidad de los ministros del Poder Ejecutivo Nacional, el presidente de la Suprema Corte de Justicia, doctor Adolfo Gabrielli, el cardenal primado de la República Argentina, monseñor doctor Juan Carlos Aramburu, y otras autoridades militares y municipales. El presidente de la FIFA, el brasileño Joao Havelange, los miembros del cuerpo diplomático acreditados en nuestro país, el ex secretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kissinger y todos los funcionarios de la FIFA, el EAM '78 y la AFA aguardaban con la misma ansiedad.

Unos cuantos aficionados lograron saltar hasta el campo de juego y se ubicaron detrás de la "multitud" de fotógrafos que enfrentaban el palco. Cuando Daniel Alberto Passarella volvió a aparecer en escena encabezando la fila de compañeros, el estadio volvió a temblar. Lentamente, los jugadores, que ya vestían nuevas camisetas, avanzaron hacia el palco de honor. Subieron al estrado y se colocaron de frente a las autoridades. Cuando fue invitado a ascender el técnico César Luis Menotti, la ovación tomó, todavía, mayor dimensión.

El teniente general Videla, con emoción contenida, entregó la Copa de la FIFA a Daniel Passarella. Después de estrechar largamente la mano del capitán del equipo argentino hizo el gesto de la victoria y los saludó uno por uno. Tornándose hacia la enfervorizada muchedumbre que colmaba el estadio de River, Passarella levantó el preciado trofeo en señal de triunfo.

El teniente general Videla saluda a Osvaldo Ardiles y al capitán Daniel Passarella, que sostiene la Copa Mundial. El teniente general Videla saluda a Osvaldo Ardiles y al capitán Daniel Passarella, que sostiene la Copa Mundial.

El locutor oficial, que había pronunciado las palabras de cierre del torneo antes de la entrega del premio, pidió que la gente no se moviera de su lugar porque iba a llevarse a cabo la vuelta olímpica. Pero el ansiado recorrido no pudo ser disfrutado como se debía por la totalidad del público. Los hinchas que habían entrado en el campo entorpecieron la marcha de los campeones. Sin embargo, Passarella y la Copa siguieron su marcha. El capitán —llevado en andas— la ofrecía como testimonio de agradecimiento. La gran fiesta siguió luego por las calles de todo el país.

Mario Kempes: "Es increíble"

"Posiblemente, jamás en mi vida vuelva a sentir una emoción tan grande por motivos futbolísticos. Lo que hizo la gente por nosotros es increíble; le hemos respondido, ¿no es cierto? En este equipo no hay figuras y no importa quién meta los goles. Menotti siempre resalta el espíritu colectivo. Un espíritu que nos ha dado el campeonato. Los holandeses lucharon con altura y dignidad, pero no son los fenómenos que tanto se decía. Nosotros merecimos algunos goles más. El segundo fue mío, no lo hizo en contra ningún holandés. Me anticipé al que intentó rechazar. Como recuerdo de este partido histórico me llevé la camiseta número trece de los holandeses, la de Neeskens. Este proceso ha sido completamente distinto al de cuatro años atrás y espero que sirva de ejemplo para cuatro adelante. Antes nadie sabía entonces qué tenía que hacer dentro de la cancha; ahora, teníamos conciencia de nuestros objetivos y de nuestras posibilidades.

Mucha gente no daba ni cinco por nosotros, pero demostramos cuánto valíamos. Ha sido una vuelta fructífera: campeón y goleador. Ahora me voy por unos días a Rosario."