HONDA CONMOCIÓN POR EL ASESINATO DE JOSÉ RUCCI

Un comando extremista asesinó al secretario general de la CGT. La noticia conmovió a todos los sectores que, de inmediato, expresaron su repudio al atentado. El consejo directivo de la Central Obrera dispuso un paro de 30 horas. El Gobierno anunció que se adoptarán drásticas medidas para poner fin a la violencia. Funcionarios del Estado y altas personalidades —entre ellas, el presidente electo, teniente Juan Domingo Perón— asistieron a las exequias del dirigente sindical desaparecido.

Se atribuye al ERP 22 la Muerte de José Ignacio Rucci

A las 12.25 de la antevíspera se consumó el atentado en el que perdió la vida José Rucci, secretario general de la Confederación General del Trabajo. El operativo montado por sus atacantes, que posteriormente fuentes policiales identificaron como miembros de la organización Ejército Revolucionario del Pueblo (Agrupación 22 de Agosto), les permitió actuar con absoluta impunidad, fugando del escenario de los acontecimientos sin dejar huellas ni sufrir baja alguna. En la acera de la finca donde había pernoctado Rucci, ubicada en Avellaneda 2953, quedaba el cuerpo ensangrentado del gremialista —ya sin vida— y cerca de él, los de su chofer, Abraham “Tito” Muñoz, gravemente herido y de uno de sus custodias, Ramón Rocha, también alcanzado por el fuego cruzado del grupo agresor.

José Ignacio Rucci, secretario general de la CGTJosé Ignacio Rucci, secretario general de la CGT

Seguridad

La vida del dirigente gremial había sido amenazada en numerosas oportunidades, por distintas agrupaciones de determinadas tendencias: Por ello, Rucci se había rodeado de una fuerte custodia, a la que llamaba “grupo de amigos”, que lo acompañaban en número de veinte —generalmente— a todas partes. Además, había adoptado diversas medidas de seguridad. Entre ellas, se destaca el departamento que había hecho construir especialmente, en la azotea del edificio de la C.G.T., en la calle Azopardo 802; su costumbre de mantener en estricta reserva los movimientos a efectuar y la decisión de rotar permanentemente de domicilio para dormir. Es decir, que Rucci solía pernoctar indistintamente en la C.G.T., en casa de sus amigos más íntimos, en su domicilio particular o en el de su cuñada, la finca de Avellaneda 2953, precisamente donde encontró la muerte.

Rucci, en un viaje desde la CGT hacia presidencia. Rucci, en un viaje desde la CGT hacia presidencia.

Desplazamientos

Los hombres de la custodia de Rucci habían dejado sus autos estacionados en una playa destinada a tal efecto, en la madrugada de la antevíspera, al decidir el dirigente gremial pernoctar en Avellaneda 2953.

Minutos antes de las 12 del martes se observaron desplazamientos frente a la vivienda, cuando los vehículos de la guardia de Rucci se detuvieron ante la puerta de la finca donde se encontraba éste. Entre ellos, estaba el Torino rojo, chapa provisoria 75885, en el que habitualmente viajaba Rucci. Hasta entonces, nada hacía prever lo que ocurriría después.

Frente mismo a la casa de la cuñada de Rucci, se encuentra un colegio de la Asociación Sefaradí “Maimónides”, cuyos alumnos, todos niños de corta edad, salían para dirigirse hacia sus domicilios. Eran las 12.10.

El atentado

A las 12.25, se produjo el atentado. Al salir Rucci de la vivienda donde se encontraba, uno de los vehículos de su custodia el que marcaba el camino por donde habrían de circular se adelantó unos metros. El gremialista, precedido por Rocha, caminó hasta el Torino rojo, en el que ya se encontraba el chofer Muñoz. Ya cerca del auto un disparo que partió desde la acera de enfrente, efectuado al parecer con una escopeta de caño recortado, sorprendió a Rucci, alcanzándolo en el pecho. En ese preciso instante, cuando aún no se había apagado el estruendo producido por la estampida, desde dos edificios situados en la misma acera partió fuego cruzado. El secretario general de la C.G.T. José L Rucci recibió una ráfaga de ametralladora antes de que pudiera parapetarse, mientras una lluvia de balas caía sobre los vehículos y sus ocupantes, que aprontaban sus armas, en tanto procuraban buscar refugio y ubicar a sus atacantes para repeler la agresión.

El coche de Rucci presenta varios impactos de bala.

Los primeros disparos alcanzaron a José Rucci en la espalda, y lo hicieron girar sobre sí mismo, dando una voltereta en el aire. Antes de caer, recibió otros impactos en el pecho, entre ellos, el de una escopeta de dos caños recortada. El cuerpo de Rucci, gravemente herido, quedó en el pavimento, en medio de un charco de sangre, Muñoz estaba aún al volante del auto, inconsciente, alcanzado por varios disparos y Rocha, herido también, pudo ponerse a cubierto del fuego de los agresores.

El terror y la sorpresa invadieron el lugar. Los niños habían desaparecido ni bien se escucharon las explosiones y los primeros disparos. La cuñada de Rucci intentaba llegar hasta el gremialista mortalmente herido, pero el fuego de las ametralladoras se lo impidió. Los restantes miembros de la custodia repelían desesperadamente el fuego, que se originaba en dos puntos estratégicos: la azotea del colegio “Maimónides” y una finca lindera a la que había asistido Rucci, ubicada en Avellaneda 2927. Estas posiciones permitían a los atacantes ejercer un fuego cruzado y a retaguardia de los custodias del dirigente gremial, haciéndoles sumamente difícil su situación.

En medio de gritos de horror, fue decayendo la intensidad del enfrentamiento y pudo oírse —según lo declarado por Rocha— el golpeteo de las puertas de automóviles y el chirrido de los neumáticos que partían a gran velocidad. Nadie vio hacia donde.

El tiroteo había durado más de diez minutos y el grupo que disparó desde la terraza del colegio sefaradí, fue el primero en retirarse, huyendo por las azoteas. Los ocupantes de la finca de Avellaneda 2927 hostigaron con intenso fuego de armas de gran calibre a los custodias y antes de darse a la fuga, trabaron por dentro la puerta de acceso a la vivienda. Cuando los hombres de Rucci lograron ingresar, ya no había nadie en el interior. Los atacantes se habían fugado, cruzando al fondo de la vivienda que tiene salida por Argerich al 500.

Impactos de bala en un costado del coche. Impactos de bala en un costado del coche.

En medio de la gran confusión ocasionada por los episodios, y mientras numerosos efectivos policiales —más de 500 hombres— procedían a cercar varias manzanas en busca de los agresores, el cuerpo sin vida de José Rucci era trasladado a la seccional 50a, y posteriormente a la Morgue Judicial, donde se le practicó la autopsia.

Autopsia e investigación

A pesar del hermetismo, trascendió que la autopsia había permitido detectar 23 impactos de bala en el cuerpo de José Rucci. Uno de los impactos —correspondiente al calibre de FAL— penetró a la altura del corazón y alcanzó el brazo izquierdo del dirigente asesinado.

Las actuaciones policiales ocuparon a todos los servicios, efectuándose operativo “rastrillo” en distintas zonas. En las últimas horas de ayer se tenía conocimiento de que los testigos visuales del hecho habían sido trasladados a la comisaría 50a, para prestar declaración.

El cortejo fúnebre de Rucci se acerca a la Chacarita.

La Casa Lindera

La forma en que ingresaron los atacantes al colegio sefardí, no quedó esclarecida debidamente. Al parecer, habrían ingresado en horas de la madrugada, sin que lo advirtiera el encargado. En cuanto a la finca lindera a la casa de la cuñada de Rucci, los extremistas actuaron ya entrado el día.

La empresa que tenía en alquiler dicha finca recibió el domingo pasado la visita de dos personas interesadas en ocuparla, las que manifestaron que deseaban una copia de los planos para ver si la casa disponía de la distribución apropiada para instalar una academia de televisión.

A las 9 de la mañana del día del atentado, dos personas jóvenes concurrieron a la finca ubicada en Avellaneda 2927 y fueron atendidos por la dueña de casa, la señora Magdalena Villa de Coldre, argentina, de 63 años quien les franqueó el acceso, dado que le manifestaron estar interesados en adquirir la propiedad. Ya en el interior, esgrimieron armas de fuego y redujeron a la mujer. Maniatada y amordazada, la halló después el personal policial que penetró en el domicilio. La señora de Coldre alcanzó a ver que ingresaron otros tres hombres más, quienes extrajeron de un bolso varias ametralladoras y dos escopetas “Ítaca” según la descripción la testigo y los efectos de los disparos sobre los coches de la custodia y el del mismo Rucci.

Vehículos abandonados

Poco después del atentado fueron encontrados, en la intersección de Emilio Lamarca y Venancio Flores, dos automóviles que —según pudo establecerse más tarde— fueron los utilizados para huir por los autores de la muerte de José Rucci. Se trata de un Peugeot 404 chapa B927.846 y un Fiat 1600 chapa B953.048, en cuyo interior fueron halladas numerosas granadas de mano y proyectiles de grueso calibre.

Una multitud expresó su pesar en el sepelio del dirigente Cegetista

Una multitud que por momentos formó densas filas de hasta dos cuadras de largo, se hizo presente en la capilla ardiente levantada en la sede de la CGT para velar los restos de José Ignacio Rucci. El desfile de personas frente al ataúd no cesó en toda la noche del martes. El sepelio, que se realizó ayer por la tarde, tuvo igual marco. Asistieron las más altas autoridades de la Nación, personalidades políticas y delegaciones de sindicatos de todo el país que dieron contornos imponentes al cortejo.

Entierro de Rucci en la Chacarita.Entierro de Rucci en la Chacarita.

PERÓN

El presidente electo de la República, teniente general Juan Domingo Perón, cumplió ayer una activa jornada. En las primeras horas de la mañana se hizo presente en la sede central de la CGT, donde estaba instalada la capilla ardiente en la que se velaban los restos de José Rucci.

A las 9.26, acompañado de su esposa, la señora María Estela Martínez de Perón, ingresó al edificio de la calle Azopardo, precisamente cuando se hallaban en él los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y otras personalidades del gobierno nacional.

El general Perón y su esposa, Isabel Martínez, en el funeral de José Rucci

Perón hizo su entrada por la calle Azopardo, dirigiéndose directamente a la capilla ardiente donde expresó sus condolencias a los familiares de Rucci. Posteriormente se trasladó al quinto piso del edificio. Allí participó durante 55 minutos de una reunión a puertas cerradas, con los integrantes del Consejo Directivo de la CGT y de la Mesa Directiva de las 62 Organizaciones.

A las 10.50 el teniente general Perón abandonó la CGT siendo visible su expresión de abatimiento y de tristeza. Al ser reconocido, los presentes en la calle pretendieron vivarlo y aplaudirlo, pero Perón hizo un gesto disuadiendo tal intención. Solo dijo: “silencio absoluto en homenaje al dirigente obrero asesinado”.