POR MILAGRO HAY MÁS 30 SOBREVIVIENTESSe estrelló un avión de LAPA en aeroparque: más de 60 muertos
Enrique Piñeyro
Piloto, director y actorEl Boeing 737 era de LAPA y llevaba 100 personas. Iba a Córdoba, pero ni siquiera despegó. Rompió la reja, arrastró autos, una parada de colectivos y se incendió en un campo de golf.
A la hora del regreso a casa, cuando miles de automovilistas viajaban por la avenida Costanera hacia el norte, un avión salió como un titán desde Aeroparque —a más de 200 kilómetros por hora—, atravesó las rejas de hierro como si fuesen de papel y dejó su estela instantánea de locura y muerte: cruzó la avenida arrasando coches, destruyó una parada de colectivos donde se presume que había gente, deshizo un puesto de diarios que estaba en la vereda opuesta y se metió en un campo de golf, pegado al complejo Punta Carrasco.
Los testigos cuentan que algunos de sus 95 pasajeros y 5 tripulantes alcanzaron a salir corriendo, golpeados y aturdidos. A los pocos segundos, lo que quedaba del avión era una trampa de fuego envolviendo más de 60 vidas, según estimaciones extraoficiales.
Hasta la medianoche había 32 heridos según el SAME. Veintinueve de ellos eran sobrevivientes que viajaban en el avión y los restantes se habían lastimado con alguna de las partes del fuselaje que perdió la máquina.
Uno de los sobrevivientes explicó después que el avión de LAPA que debía salir hacia Córdoba a las 20.36 apenas alcanzó a separarse del suelo. Carreteaba por la pista del Aeroparque hacia el sur cuando algo —al parecer, la explosión de su turbina izquierda— lo hizo caer de panza y lo llevó hacia el río.
La misma causa del accidente aventura la Asociación de Pilotos, mientras altas fuentes de la Policía Federal descartaban que se tratara de un atentado. En la Fuerza Aérea dijeron que no iban a arriesgar una hipótesis hasta tanto tuviesen la confirmación de lo ocurrido. Según el comodoro Eduardo Perondi, la caja negra ya había sido hallada.
Un empleado de LAPA dijo anoche que la misma máquina —un Boeing 737/200, que llevaba un nombre de estrella, Vega— había sido reparada en Córdoba durante la tarde por problemas en la misma turbina. Y que fue una revisión a fondo de ese motor lo que demoró la partida unos 20 minutos anoche, antes de la tragedia ocurrida exactamente a las 20.54.
Voceros de Aeroparque dijeron a Clarín que el piloto Gustavo Weigel —que se habría salvado junto a otros tripulantes saliendo por una puerta de emergencia— habría intentado levantar vuelo dos veces: la huella de la rueda delantera desaparece en un tramo y vuelve a aparecer más adelante. Allí, en el segundo “rebote”, la máquina habría girado hacia la calle.
“El despegue tiene tres etapas, y una vez que se pasó la primera ya no se puede volver atrás. Con el avión lanzado en velocidad, hay que despegar o despegar”, dijo una fuente de Aeroparque.
Eran las 21 cuando llegaron los primeros bomberos al lugar. Hubo 50 autobombas y 60 ambulancias, mientras Defensa Civil intentaba armar un mini hospital de campaña sobre el golf para los primeros auxilios a los sobrevivientes. La escena era desoladora. “Vi gente que se estaba quemando viva y no pude ayudar. Fue desesperante”, contó un joven que pasaba con su coche.
“Vi venir el avión. Era todo fuego. Un hombre se tiró por algún lado y cayó al piso. Me acerqué y me dijo: ‘Me llamo Oscar Nóbile. Avisale a mi familia que sólo me quemé las manos’. Fue terrible”, contó a Clarín un empleado del complejo. Los testigos vieron salir no más de 15 personas.
Al igual que la mayoría de los heridos, Nóbile fue llevado al hospital Fernández. No fue fácil el rescate, ya que el avión quedó atrapado en una zona en la que miles de automovilistas marchan “tan lento que durante todo ese tramo no llegan a poner tercera”, según describió un policía de la comisaría 51a. Muchos autos eligen la Costanera para salir rápido de la Capital. Otros doblan por Cantilo, en la misma dirección, por detrás de Aeroparque.
Los primeros en ayudar fueron los que estaban jugando en el campo de golf donde se detuvo el avión. Las canchas son iluminadas. Muchos corrieron hasta sus autos, sacaron sus matafuegos y con ellos rociaron a las pocas personas que lograron bajar del avión.
“Antes de que despegáramos, vi a tres operarios trabajando sobre la turbina del ala izquierda. Arrancamos y el avión llegó a separarse apenas del suelo. Pero entonces explotó la turbina izquierda”, contó el pasajero Fabián Núñez.
La carrera del avión siguió hacia la entrada de Punta Carrasco. Su ala izquierda pasó muy cerca de una estación de servicio, y a menos de diez metros de los pilares del acceso al complejo.

Sobre el asfalto quedaron las huellas del caucho de los neumáticos del avión, una laguna de combustible y pedazos del fuselaje. Un trozo del ala con parte de las letras de la identificación de la máquina —WRZ- quedó junto a la tapa del baúl de un Chrysler Neon, uno de los coches que el avión arrasó en sus más de 1.000 metros de carrera en Aeroparque y unos 150 recorridos en la calle.
Un grupo de golfistas tuvo que tirar sus palos y salir corriendo para evitar ser atropellados. Según los testigos, con el ala izquierda en llamas terminó por detenerse. En el impacto final, el fuselaje quedó hecho “un bollo de hierro”, como lo definió un cronista de Clarín que llegó al lugar.
A los gritos les siguieron dos explosiones, según los testimonios. El avión dejó de ser. Se convirtió en una masa de fuego y perdió su forma. Ya nadie volvió a salir.

En medio del desconcierto y la desesperación de los familiares que habían despedido al avión —y los que lo esperaban en Córdoba, donde debía llegar a las 21.40— las telefonistas de la empresa LAPA atendían el teléfono llorando y se excusaban de no poder dar información detallada de lo sucedido. Pasada la medianoche, la empresa difundió un comunicado oficial que no aportaba ninguna información de importancia. Sólo un número de teléfono para información: 4819-5272.
Unos minutos después del horario en que la máquina debía haber aterrizado en Córdoba, la cadena estadounidense CNN interrumpió su transmisión habitual para informar, en un flash, sobre la tragedia aérea en Buenos Aires. Todavía no se conocía ni la lista de pasajeros y tripulantes ni la cantidad e identidad de las víctimas, pero ya era una noticia mundial.
Hasta el 2005
La existencia de un aeropuerto en el medio de la ciudad generó en los últimos tiempos, y de la mano de las denuncias sobre inseguridad aérea, fuertes cuestionamientos. Y también proyectos para cerrarlo. Ahora, con los aeropuertos privatizados, el concesionario tiene plazo hasta el año 2005 para que el Aeroparque deje de funcionar y trasladar los vuelos a Ezeiza.
“Nos salvó el semáforo en rojo”
“Antes de que despegáramos, vi a dos operarios trabajando sobre la turbina del ala izquierda. Todavía yo le hice una broma a mi compañero de asiento y le dije: “¿Estos sabrán lo que hacen? A ver si nos venimos abajo’. Arrancamos con 20 minutos de retraso y el avión llegó a separarse unos metros del suelo. Yo sentí que el piloto intentó darles velocidad a las turbinas dos veces. Pero entonces sentimos un silencio total, como si se hubiesen apagado los motores, y entonces explotó la turbina izquierda. Nos fuimos sobre la avenida. Se escuchó cualquier ruido, como si el avión arrastrara hierros. No nos podíamos desabrochar los cinturones, deben tener un sistema muy arcaico. Pero lo peor fue que la puerta de adelante no se abrió. Vi gente quemándose. Salí por atrás. Había gente que se caía. Yo mismo tropecé. Me tiré por la manga y aquí estoy. (Fabián Núñez, sobreviviente del vuelo, que tenía el asiento 16 A, del lado de la ventanilla sobre el ala izquierda).
“Yo estaba como a 30 metros de donde cayó el avión y escuché una gran explosión. Me di vuelta y vi un montón de llamas, vi a personas que salían gritando ‘nos salvamos nos salvamos’. Todo lo que se veía eran focos de fuego como en un tirabuzón. Un pasajero se me acercó pidiéndome el teléfono. ‘Quiero avisar que me salvé' repetía”. (Isaac, un hombre que ingresaba a Punta Carrasco).
Primeras especulaciones: sospechan que se debió a la falla de una turbina
Una falla y una explosión en la turbina izquierda del avión. Esa fue la hipótesis en la que coincidían quienes anoche, en medio del desastre y el vértigo por las tareas de rescate de los heridos, habían comenzado a juntar pruebas y a hacer las primeras pericias para establecer las causas de la tragedia de anoche en Aeroparque.
Fuentes cercanas a los investigadores dijeron también que el piloto del 737 hizo dos intentos para tratar de levantar el avión, que, según los cálculos, carreteaba a más de 210 kilómetros por hora cuando se fue de pista.
“En dos tramos de la pista se cortaba la marca de la rueda delantera del avión. Eso quiere decir que el piloto consiguió levantar dos veces la trompa para tratar de despegar”, explicó a Clarín una fuente del Aeroparque.
En la Fuerza Aérea dijeron anoche que en las primeras horas no darían información oficial sobre las causas del accidente. “No vamos a aventurar ninguna hipótesis porque esto tal vez sería potenciar alguna causa que no tenga nada que ver con la realidad”, dijo anoche, dos horas después del accidente, el comodoro Franklin Córdoba, jefe de prensa de la Fuerza Aérea.
Rogelio Cirigliano, directivo de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA) dijo a Clarín que la hipótesis más probable “es una falla en el motor”.
Incluso un sobreviviente, Fabián Núñez, sostuvo que antes de la partida “tres técnicos estuvieron reparando durante 15 minutos la turbina izquierda, la misma que explotó”.
Otras fuentes explicaron que al fallar esa turbina, el avión siguió adelante impulsado sólo por la turbina derecha. “Eso mismo hizo que girara bruscamente, que saliera de la pista y se desviara hacia la calle”, dijeron.

También dijeron que en su carrera descontrolada, el Boeing destruyó parte del ILS, el sistema de aterrizaje por instrumentos del Aeroparque.
Anoche, personal de la Fuerza Aérea encontró la caja negra del avión, con la que se podrán confirmar las causas de la tragedia.
En mayo del año pasado los Boeing 737 fueron noticia por un alerta enviada por la Administración Federal de Aviación (FAA) de Estados Unidos. El problema estaba en el sistema de cables que llevan energía a las bombas de combustible ubicadas en las alas.
En ese momento la FAA ordenó la suspensión de los vuelos de los 737 modelos 100 y 200, como el aparato que tuvo el accidente anoche en el Aeroparque Jorge Newbery.
De los aviones que fueron revisados en Estados Unidos, más de la mitad tenían problemas. En los modelos 100 y 200, que son los más antiguos, se habían descubierto defectos en los cables que ponían a los aviones en riesgo de explosión.
Al día siguiente de la advertencia del organismo estadounidense, en la Argentina se empezaron a revisar los Boeing 737 de las dos empresas que tenían esos aviones: Aerolíneas y LAPA.
Las autoridades de LAPA reconocieron en ese momento que algunos aviones tenían los cables desgastados: el teflón que los recubría dejaba ver parte de los cables amarillos y rojos.
Tres meses después, un avión de LAPA provocó un susto en Catamarca. Cuando despegó se le desprendió un neumático y tuvo que sobrevolar un rato largo la zona para descargar combustible y poder volver a tierra.