Una multitud despidió a la Negra Sosa
Seguidores, artistas y políticos pasaron por su velatorio en el Congreso. La gente le llevó flores y escribió su adiós en un improvisado mural. Y, como pidió la familia, entonó sus canciones en el Salón de los Pasos Perdidos.
El canto popular está de duelo: en la madrugada de ayer, a los 74 años, murió Mercedes Sosa. Hacía más de dos semanas que estaba internada en el Sanatorio de la Trinidad, en el barrio de Palermo, por una enfermedad hepática que le afectó los riñones y los pulmones. Su muerte se produjo a las 5.15 y sus restos fueron velados desde el mediodía en el Congreso Nacional, ante una multitud que se acercó para despedirla. Hoy, en una ceremonia íntima, será cremada en el cementerio de la Chacarita.
La capilla ardiente instalada en el Salón de los Pasos Perdidos se abrió al público a las 12.30. Además de familiares, fueron acercándose artistas y personalidades de la cultura como Víctor Heredia, Alejandro Lerner, Peteco Carabajal, Teresa Parodi, Celeste Carballo, Julia Zenko, el secretario de Cultura, Jorge Coscia, y el gobernador de Santa Fe, Hermes Binner. Por otra puerta, también sobre Rivadavia, pasaba el público, que formaba cola a lo largo de casi una cuadra por Callao. En silencio, como con una tristeza tranquila, esperaban para verla de cerca y darle un último adiós. Gente de todas las edades y de distintas partes, brasileños, ecuatorianos, venezolanos, chilenos. Personas con bastones, madres con hijos adolescentes, jóvenes con pinta de rockeros, hombres de traje, incluso alguno vestido de gaucho. Muchos iban con su ramo de flores y otros compraban la ofrenda allí: $2 el clavel solo, $5 envuelto con nylon.
“Es lo mínimo que podemos hacer –asegura Frederico, un joven brasileño que estudia y trabaja en el país–, no es nada comparado con lo que ella nos dio. Es un luto para Latinoamérica y el mundo, ella cruzó las barreras del lenguaje”. Su amigo Dylan, de Ecuador, concuerda: “Era la voz de Latinoamérica, nos enseñó mucho sobre todos los temas, una persona que te hace adorar tus raíces y tu cultura”.
En la esquina de Rivadavia y Callao un grupo de jóvenes de la Federación Juvenil Comunista empapeló el portón de la vieja confitería El Molino con cartulinas blancas donde la gente dejaba mensajes: “Negra, gracias por tu humanidad”, “Gracias por darnos tu voz y tus ansias de libertad”. “No morirás nunca para la música autóctona, sos eterna en los oídos de todos”.
“Mercedes Sosa es un ejemplo de dignidad, de coherencia, de todo por lo que seguimos luchando –explicó Martín, uno de los ideólogos del improvisado mural–, ella es expresión de la libertad, de no callarse. Por eso se nos ocurrió poner esto para que la gente pueda escribir. Después se lo vamos a entregar a los familiares”.

“Me detuve a ver lo que escribieron, siento una mezcla de tristeza y de gozo de ver tanto amor de la gente. Porque todo esto es espontáneo, la gente se moviliza sola”, aseguró Coqui, sobrino de Mercedes Sosa. “Estamos golpeados, pero estamos serenos”, agregó.
A partir de las 17 empezó a llegar más gente: la cola daba la vuelta por Bartolomé Mitre y pegaba otra vuelta por Riobamba. La gente entraba tranquila y salía llorando después de ver a La Negra de cerca. Es que impresionaba su porte de Pachamama, blanca y enorme en medio del recinto. “La vi con mucha paz”, resumió Nelly Croci, una admiradora de 65 años que comparó su pérdida con la de Michael Jackson.
A un costado la observaba un cronista de Televisión Nacional de Chile, enviado especialmente a cubrir su velatorio. “Allá la aman –explicó–, ella ayudó a volver al país a muchos chilenos que se habían ido por la dictadura de Augusto Pinochet. Además, le dio voz a "Gracias a la vida", de nuestra Violeta Parra”.

Pasadas las 18, la cola sumaba cuatro cuadras y en la capilla, Peteco Carabajal, Piero, Teresa Parodi y el Chango Farías Gómez comenzaron a cantar varias de las canciones que popularizara la cantante como "Luna tucumana", "Al jardín de la República", "La añera", "Si llega a ser tucumana", "Zamba para no morir" y "Gracias a la vida" de Violeta Parra, una de las canciones más emblemáticas de su repertorio. Mientras se alternaban los aplausos y los silencios profundos, los ojos de varios de los músicos se llenaron de lágrimas, como en una peña triste. También pasaron Gustavo Cerati, el Bahiano y Daniel Grinbank.
A las 20.20 llegó la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien se acercó al féretro, estuvo un segundo a solas, mirando el cuerpo en silencio y enseguida se sumó su esposo Néstor, que besó su propia mano y se la puso en la frente a la artista. Casi dos horas después, Charly García llegó para despedirse de su gran amiga. Afuera, la gente seguía esperando para sumar su adiós.
La ruta de sus cenizas
Hoy a las 11, los restos de Mercedes Sosa serán trasladados del Congreso de la Nación hasta el Cementerio de la Chacarita, donde serán cremados tal cual era su propia voluntad. “Ella siempre lo dijo –explica el músico Coqui Sosa, su sobrino–, quería que sus cenizas se esparcieran por Tucumán, Mendoza y por Buenos Aires, los tres puntos geográficos que marcaron su vida. Tucumán, porque ella nunca perdió sus raíces tucumanas. Me acuerdo que una vez estábamos paseando por Raco y ella dijo ‘cuando ya no esté quiero estar acá’. Mendoza, porque ahí se forjó la artista y Buenos Aires porque fue su hábitat hasta el final. Y lo vamos a cumplir”.
Una trayectoria ejemplar
En 1965 debutó en Cosquín. Y no paró hasta volverse una cantante internacional. Entre exilios y problemas de salud, mantuvo un extraordinario nivel de calidad en cada proyecto que emprendió.
Si hay un Gardel, habrá una Negra Sosa. Mercedes no pudo hacerle frente a una “disfunción renal progresiva” y murió ayer, tras permanecer internada en el Sanatorio de la Trinidad.

Tenía 74 años. Con ella se fue el máximo ícono del folclore argentino y la mejor cantante que haya dado nuestro país en su historia. Las complicaciones empezaron poco antes del lanzamiento oficial de "Cantora", su último trabajo discográfico, en el que cada tema lo grabó con un cantante invitado. A una breve internación en el Sanatorio de la Trinidad, que frustró el acto de presentación del CD doble y el DVD, le siguió un período de recuperación en su hogar. Sin embargo, la salud de la Negra volvió a jugarle una mala pasada, y hace 13 días debió ser internada nuevamente, información que fue dada a conocer anteayer por sus allegados más cercanos.
En el interín, la cantante fue nominada a los premios Grammy Latinos en su edición 2009, en las categorías de "Álbum del año", "Mejor diseño de portada"" y Mejor álbum folclórico", por su reciente producción, de la que participaron, entre otros, Caetano Veloso, Joan Manuel Serrat, Charly García, Luis Alberto Spinetta, Shakira y Diego Torres.
La salud ya le había dado a Sosa un susto grande en 2003, cuando sufrió un problema cardíaco que la obligó a retirarse de los escenarios por un período prolongado. Durante dos años estuvo en silencio, y sólo se conocían noticias suyas debido a distintas internaciones, deshidrataciones y descompensaciones, cuadro que terminó de agravarse por un tropezón en el baño de su casa.
Sin embargo, se repuso y reapareció con una serie de shows y un disco de título sugestivo: "Corazón libre". “Ustedes no saben lo que es ser cantante y estar permanentemente sentada viendo televisión o acostada y no salir. Pero ya estoy bien, estoy en carrera de nuevo”, declaró en su momento.
Había nacido en San Miguel de Tucumán el 9 de julio de 1935. Un hogar humilde, con almuerzos de trigo con sal y enorme apego a las expresiones populares. La pobreza era un estado que no atravesaba los ánimos. La imagen de una madre fritando empanadas a la luz de la luna, la única luz posible, fue un recuerdo que La Negra trasladó a decenas de entrevistas. Eso y el aroma de las naranjas tucumanas.
Cuando era una adolescente, Mercedes era de ir a bailar a las peñas locales. Tanto le gustaba, que más tarde fue ella quien empezó a enseñar danzas folclóricas. Además, cantaba. A los 15, un poco empujada por sus amigos y familiares se inscribió en un concurso que organizaba la emisora LU 12 de su provincia.
Usando el nombre de Gladys Osorio como seudónimo, ganó el certamen vocal y la premiaron con un contrato por dos meses de actuaciones en el estudio de la emisora. Así empezaba una historia que está muy lejos de su final. El boom del folclore la ubicó como integrante del Movimiento del Nuevo Cancionero, una corriente renovadora del género que daba sus primeros pasos en Mendoza y proponía cosas tales como dejar de lado la moda del momento y adentrarse en la cosmovisión del hombre argentino, con su idiosincrasia, sus alegrías y tristezas.
Ahí militaban Armando Tejada Gómez y Manuel Oscar Matus, quien se convertiría en su marido y le daría un hijo, Fabián. En un sello independiente, Matus editó el primer disco de la Negra, "Canciones con fundamento", donde se la veía de perfil, pelo azabache, poncho rojo y bombo.
Hablamos de 1965, año en el que el Festival de Cosquín se rindió a sus pies, tras ser invitada por Jorge Cafrune, que, según la Negra, “era como un hermano”. “Nos compró diez discos de los que llevamos para que nos pudiéramos pagar una pieza”, contaba Sosa a quien quisiera escuchar. Desde ese momento, casi de la noche a la mañana, se transformó en una artista popular.
Sus rasgos criollos de exportación sirvieron para que la bautizaran como “La Negra”, pero también como “La Pachamama”, “La madre de América” y “La voz de la Tierra”. Ese mismo año intervino en la grabación de “Romance de la muerte” de Juan Lavalle, de Ernesto Sábato y Eduardo Falú, cantando "Palomita del valle".
En 1966 se editó "Yo no canto por cantar", que tuvo aceptación inmediata y en sólo siete meses le pedían que editara otro LP (Hermano). En "Para cantarle a mi gente" se despachó con un caudal de poesía argentina y latinoamericana. Las giras por Europa y los Estados Unidos comenzaban a formar parte de su rutina. En 1967 conoció a Ariel Ramírez, quien le propuso poner su voz para "Mujeres Argentinas". Por esos días, el gobierno militar había prohibido que sus canciones se difundieran por Radio Nacional.
"Traigo un pueblo en mi voz" salió en 1973. Dos años más tarde, "A que florezca mi pueblo". En agosto de 1976 editó "Mercedes Sosa", un disco en el que cantó a los chilenos Víctor Jara y Pablo Neruda; a la peruana Alicia Maguiña y a Bola de Nieve, cubano. En los 70, Mercedes tuvo una etapa prolífica no sólo en términos musicales. Aparte de grabar dos discos clave como "El grito de la tierra" y "Navidad con Mercedes Sosa", y participó en el filme inspirado en la vida de José de San Martín "El santo de la espada", del reconocido Leopoldo Torre Nilsson.
En 1979, con “Serenata para la tierra de uno”, Mercedes seguía cantándole a la vida hasta que en 1979, durante una presentación en la ciudad de La Plata, fue detenida en el mismo escenario donde estaba llevando a cabo su recital. La Dictadura empezaba a cerrar el círculo sobre artistas e intelectuales. Mercedes primero se exilió en París; después, en 1980, llegó a Madrid. Su situación era algo extraña. En la práctica, ella podía entrar y salir del país —no tenía ninguna causa—, pero no tenía permiso para cantar.
Volvió a pisar un escenario argentino el 18 de febrero de 1982, un poco antes de que la dictadura de Galtieri intentara recuperar Las Malvinas. Los 13 conciertos en el Ópera se convirtieron en un acto cultural contra la dictadura. El resultado de ese emotivo regreso quedó plasmado en un doble ya clásico, "Mercedes Sosa en Argentina", del que participaron Charly García, Antonio Tarragó Ros, Rodolfo Mederos, Ariel Ramírez y León Gieco, entre otros.
Mercedes volvió a España, sacó el disco "Gente humilde" y regresó definitivamente al país. Hacia fines de 1983 editó otro disco llamado "Mercedes Sosa", donde estaban varios de sus grandes éxitos ("Un son para Portinari", "Inconsciente colectivo" y "La maza", entre otros). Fue una etapa de expansión musical, mitología y comunión con el rock. Grabó "Vengo a ofrecer mi corazón", donde cantó la canción insignia de Fito Páez y además, "Corazón americano", un álbum que registró su actuación junto con Milton Nascimento y León Gieco en Ferro Carril Oeste.
En 1991 —después de varios años de no cantar en un estadio abierto— Mercedes se reencontró con la multitud en el estadio de Ferro Carril Oeste.
Los años 90 fueron un tiempo de cosecha. En 1992 la declararon Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. Entre otras múltiples distinciones fue condecorada con honores en 2005 por el Senado de la Nación, le dieron el premio Sarmiento y también se alzó con varios Grammy Latinos, Premios Gardel y el de la Trayectoria en la edición 2008 de los Premios Clarín. El año pasado, recuperada de problemas de salud, volvió al canto, reinando una vez más en Cosquín. Su voz un poco fatigada aún emocionaba. Hasta que el corazón dijo basta no paró de cantar.