NUREMBERG: PENA DE MUERTE PARA DOCE DE LOS ACUSADOS

NUREMBERG, 1° (INS) — Doce de los principales dirigentes de la Alemania nazi, uno de ellos ausente y a quien se cree muerto, fueron sentenciados hoy a la última pena por sus crímenes contra la humanidad, encabezando Hermann Goering la trágica lista de los condenados.

Fíjase fecha para cumplir la sentencia. Morirán el 16

Tres de los acusados cuyos nombres aparecían en el auto de procesamiento original del tribunal militar internacional, fueron absueltos, justamente con la plana mayor del alto mando alemán. Esto produjo una fuerte protesta de los jueces soviéticos que actuaron en el juicio.

Goering se mantuvo impasible y militarmente cuadrado cuando el presidente del tribunal, Sir Geoffrey Lawrence, leyó su sentencia de muerte por el “crimen supremo” de librar una guerra agresiva y por una larga lista de delitos contra la humanidad.

Goering y Ribbentrop, dos de los jerarcas nazis condenados a la horca

A menos que sean conmutadas algunas de las sentencias de muerte, los once reos que viven probablemente subirán al cadalso antes del 16 de octubre, ya que las autoridades aliadas dispusieron previamente que las condenas serían ejecutadas dentro de los 15 días siguientes a la notificación de los fallos.

Después de conocer su absolución, el Dr. Schacht, quien fué en otro tiempo presidente del Reichsbank, declaró que ahora sólo deseaba “reunirse con su mujer e hijos en algún lugar tranquilo”.

Modernas cocinas eléctricas Longvie, demostraciones prácticas en el segundo piso de Harrods.Modernas cocinas eléctricas Longvie, demostraciones prácticas en el segundo piso de Harrods.

Diversas Reacciones Hubo en los Jefes Condenados

Los dirigentes nazis condenados hoy por sus crímenes de guerra y contra la humanidad, reaccionaron de distintas maneras al escuchar las sentencias que le fueron dictadas por el tribunal internacional. Mientras el presidente de la audiencia leía al mariscal Goering su sentencia de muerte, éste encontró dificultades para ajustarse los auriculares, por lo que el procedimiento fue suspendido entonces durante un minuto hasta que el aparato fue arreglado. Luego, Goering se mantuvo firme, con los pulgares pegados a las costuras de los pantalones y cuadrado militarmente mientras se leía su condena. Después salió del banquillo para regresar a la celda de la prisión marchando con paso militar preciso.

Rudolph Hess se mostró enfurecido. Se quitó de golpe los auriculares, paseó su mirada por la sala, luego la fijó por un momento en el techo y entonces se fue.

21 de los 22 acusados, en el estrado. De izquierda a derecha, primera fila: Goering, Hess, Von Ribbentrop, Keitel, Rosenberg, Frank. Segunda fila: Doenitz, Raeder, von Schirach, Sauckel, Jodl, Von Papen, Seyss-Inquart, Speer, Von Neurath y Fritzsche.21 de los 22 acusados, en el estrado. De izquierda a derecha, primera fila: Goering, Hess, Von Ribbentrop, Keitel, Rosenberg, Frank. Segunda fila: Doenitz, Raeder, von Schirach, Sauckel, Jodl, Von Papen, Seyss-Inquart, Speer, Von Neurath y Fritzsche.

Von Ribbentrop escuchó su sentencia con las manos cruzadas ante sí, al parecer como si estuviera aturdido. Keitel permaneció plantado sobre sus talones y oyó el fallo manteniéndose en posición firme, a la usanza prusiana. Rosenberg se mostró imperturbable, sin exteriorizar emoción alguna al enterarse de que era condenado a la pena capital.

Streicher levantó la cabeza con arrogancia y se contuvo un momento de mascar la goma que tenía en la boca, o las pastillas que constituyen su dieta. Pareció quedar cohibido cuando fue absuelto del delito de confabulación con los demás nazis, pero frunció el ceño al declararse convicto de crímenes de lesa humanidad.

Bormann, secretario y confidente de Hitler fue juzgando "in absentia"

EXCLUSIVO Hoy fue el día de saldo de cuentas con la humanidad para los magnates nazis. Para Goering y diez cómplices de la svástica nazi, será la horca; para otros siete, la cárcel; y para los tres restantes, la absolución. La duodécima sentencia de muerte fue dictada por el tribunal internacional de Nuremberg contra un “fantasma”: el malvado Martín Bormann, secretario y confidente de Hitler, que fue juzgado “in absentia”.

El tribunal abrió su sesión a las 8.30 de la mañana, ocupando sus puestos en el estrado de los acusados todos los criminales de guerra de la pandilla hitleriana. La justicia actuó con rapidez una vez terminada la lectura de la extensa exposición legal del tribunal, y las sentencias se pronunciaron en solo 44 minutos, tiempo necesario para enviar al patíbulo o a la prisión a diecinueve de los juzgados.

Ninguno de ellos se sorprendió, escuchando los fallos sin hacer la menor demostración. Cada prisionero, comenzando por Goering, fue traído al estrado de los acusados en ascensor y, tan pronto se abría la puerta corrediza del mismo, se dirigían al estrado y se ajustaban los audífonos. Un minuto después, cada uno conocía su destino y la puerta corrediza del ascensor se abría nuevamente, y así sucesivamente, hasta llegar al último inculpado. Con precisión cronométrica, los acusados fueron entrando al estrado a intervalos de dos o tres minutos. La única interrupción se produjo cuando los audífonos de Goering dejaron de funcionar, demorándose la sesión unos instantes mientras los guardianes obtenían otros.

El aspecto general de la lectura de las sentencias a los acusados puede sintetizarse así: dos hileras de rostros que, sucintamente, se tornan en máscaras de cansancio, eso fue todo. Los observadores inútilmente trataron de captar algún vestigio o emoción en ellos. Goering, que ocupaba el extremo posterior del estrado, aceptó impasible la condena con estoicismo nazi, sin mover un músculo, mientras Lawrence leía los fallos individuales enviando a doce acusado al patíbulo, siete a prision y absolviendo a otros tres.