PERÓN ESTÁ EN OLIVOSUna Muchedumbre lo Esperó en Ezeiza
El avión que trajo de regreso al país al líder del Movimiento Justicialista debió descender en Morón y desde allí fue trasladado en helicóptero hacia la Quinta Presidencial. Perón habló por la noche, señalando que las razones que motivaron el desvío fueron los incidentes y desbordes registrados en la concentración que lo esperaba sobre el acceso a Ezeiza. La desconcentración de la multitud continuaba anoche al cierre de esta edición.
La jornada de ayer tuvo dos características básicas: la más importante movilización de masas que registra la historia argentina y una profunda expectativa que se verificaba en todos los sectores.
El regreso definitivo de Juan Perón a la Argentina, su presencia en el teatro de operaciones como líder del movimiento mayoritario e inspirador de un gobierno que obtuvo la mitad de los votos, traerá apareadas necesariamente definiciones.
Fiesta Popular
El elemento más saliente de la movilización de masas fue su carácter de fiesta popular teñida por sangrientos incidentes que tuvieron lugar en torno al palco—, y, posteriormente, una vez que se tuvo conciencia de la no realización del acto en el cual hablaría Perón, una desconcentración ordenada, pacífica, silenciosa y triste.
Un incesante desfile popular que se produjo frente a la residencia de Gaspar Campos 1065 mientras Perón la ocupó, en noviembre y diciembre últimos, tuvo un carácter espontáneo. A diferencia de ello, la concentración de ayer fue, centralmente, producto de columnas organizadas, con carteles, estribillos, consignas, itinerarios y características de gran homogeneidad interna.
En conjunto, estas nutridas y numerosas columnas configuraron, desde las primeras horas de ayer, una situación de fervor y alegría.

La expectativa recorría todos los niveles del espectro político y social argentino. Desde quienes viajaron desde remotos puntos del interior para ver personalmente a Perón (en su inmensa mayoría no habían nacido o eran niños en 1955), hasta los sectores politizados, que están pendientes de las definiciones de Perón, en relación con la política general y con su rol específico en el actual proceso.
El acto que debía celebrarse en el puente sobre la ruta a Ezeiza marcaba, además, el contacto directo entre Perón y las masas. Su carácter era distinto al desfile frente a Gaspar Campos: evocaba, muy precisamente, las concentraciones que tuvieron lugar entre 1945 y 1955, los días 17 de octubre y 1° de Mayo.
Buena parte de la multitud reunida sobre la Autopista Ricchieri esperaba por primera vez, participar de esa especie de diálogo que se establece entre un líder y su pueblo, en el cual el orador registra a lo largo de su discurso las sutiles variaciones de la temperatura de la masa, y la masa demuestra, con sus reacciones, que las palabras le llegan.

Lucha por ubicación
En ese marco, desde el mismo momento en que se anunció que el día del regreso de Perón habría una gran concentración popular con el ex Presidente como único orador, se planteó en el seno de las distintas organizaciones del peronismo lo que se dio en llamar “la lucha por los primeros 300 metros”.
Lo que los distintos sectores trataban de asegurar era su presencia (excluyente, en la medida de lo posible) en la cercanía inmediata del palco que ocuparían Perón y Cámpora. Apelaron a tácticas diferentes: el sector sindical, especialmente la Unión Obrera Metalúrgica, y la Juventud Sindical Peronista ocuparon los lugares de privilegio desde la tarde del martes; los sectores radicalizados de la Juventud Peronista, la Juventud Trabajadora Peronista y las formaciones especiales Montoneros y Fuerzas Armadas Revolucionarias se acercaron en nutridas columnas.
El saldo en víctimas de esa confrontación de tácticas fue grande. Sus resultados políticos, lamentables: ni unos ni otros estuvieron cerca de Perón, quien fue recibido en Morón por el vicepresidente Solano Lima, el ministro del Interior Righi, el de Defensa, Robledo, los comandantes en Jefe de las tres Fuerzas Armadas, y pocos funcionarios.
Los millones de personas que esperaban a Perón, no pudieron oír en forma directa su palabra.
Grupos armados
Desde anteayer, cerca de mil civiles armados, algunos con metralletas, ocuparon posiciones cerca del palco. Su consigna era impedir que se acercaran al palco columnas con carteles de la Juventud Peronista, la Juventud Universitaria Peronista, la Juventud Trabajadora Peronista, las Fuerzas Armadas Revolucionarias, los Montoneros, Guardia de Hierro, Frente Estudiantil Nacional y el Encuadramiento.

Los disparos
El primero de los tiros de la tarde, que se inició a las 14.39 con una ráfaga de metralleta, tuvo lugar precisamente cuando se acercaba al palco una columna que portaba carteles de FAR y Montoneros. Tanto la Juventud Sindical Peronista, que está vinculada al aparato gremial, como los grupos de la denominada “Tendencia Revolucionaria Peronista” se intercambiaron gran cantidad de disparos: Las versiones sobre desde qué bando se abrió el fuego, son contradictorias e imposibles de verificar.
En el momento en que se acercaba a Buenos Aires el avión que conducía a Perón, Cámpora y su comitiva, el tiroteo arreciaba en torno al palco.
En Ezeiza los miembros del Gabinete Nacional que no habían viajado a Madrid, los altos funcionarios nacionales y los dirigentes del justicialismo y de sus partidos aliados en el Frente esperaron en vano el aterrizaje de la máquina. Permanecieron en Ezeiza hasta que se supo que Perón no pasaría por allí. Cuando empezaban a retirarse, hacía ya media hora que, a bordo del avión posado en Morón, se había celebrado la ceremonia de transmisión del mando presidencial de Vicente Solano Lima a Héctor José Campora, quien reasumió así sus funciones.
El anuncio de Cámpora
Por la Cadena Oficial cupo a Cámpora anunciar que el acto no tendría lugar: “Elementos que están en contra del país —explicó— pretendieron distorsionar el acto en el cual se había congregado una inmensa muchedumbre nunca vista en el país”. Recomendó que la desconcentración se produjera en forma pacífica, remarcó que el retorno de Perón tiene carácter definitivo y anunció que hoy el ex Presidente se dirigirá a su pueblo.
Comenzó entonces la desconcentración desilusionada, silente. Algunos pequeños grupos estuvieron en la Plaza de Mayo, otros se dirigieron hacia Olivos, sabedores de que Perón se había instalado en la Quinta Presidencial. Durante todo el repliegue de la muchedumbre, los únicos gritos que se escuchaban fueron los de los vendedores ambulantes, que trataban de colocar sus últimas mercancías.

El anuncio de que Perón hablaría desde Olivos, por la Cadena Oficial de Radiodifusión y Televisión contribuyó a acelerar la desconcentración. Poco después de las 22, en las pantallas de los televisores aparecieron Perón y Cámpora, sentados frente a una mesa. El líder justicialista improvisó allí un breve mensaje, dedicado centralmente a señalar los motivos que habían impedido la realización del acto en Ezeiza, pronunciando que hoy definiría el rol que cumplirá en el proceso y afirmando que viajará por el interior del país, para tomar personalmente contacto con el pueblo en sus provincias.
Una muchedumbre impresionante cubrió la autopista a Ezeiza
En la mayor concentración popular que conociera la Argentina, donde varios millones de personas se dieron cita ayer en la autopista Ricchieri para dar la bienvenida a Juan Domingo Perón en lo que se llamó su “regreso definitivo al país”. Pero la jornada, que se inició con los mejores auspicios, habría de tener una conclusión muy distinta a la prevista. El acto se interrumpió como consecuencia de agresiones armadas que se generalizaron en el lugar del acto, a la misma hora en que Perón llegaba al país determinando —según explicó el jefe justicialista— que el avión que lo conducía no aterrizara en Ezeiza sino en Morón. Al cierre de esta edición, el saldo de los enfrentamientos arrojaba 13 muertos y 380 heridos.

Millones de personas llegaron a concentrarse ayer formando densas columnas frente al puente número 16, El Trébol, en la intersección de la autopista Ricchieri y la ruta 205, a cuatro kilómetros del aeropuerto de Ezeiza, para escuchar la palabra del general Juan Domingo Perón desde un palco especialmente emplazado.
El contacto entre Perón y la concentración multitudinaria de mayor envergadura de la historia política argentina quedó suspendido, no obstante, debido al cambio de programa del que se informa ampliamente en nota aparte. Sin embargo, pese a que la movilización popular no tuvo el cierre previsto en la autopista que conduce al aeropuerto, en sí misma constituyó un episodio de características excepcionales.
De acuerdo a las estimaciones — suministradas por la Policía Federal, que realizó observaciones aéreas sobre la concentración, el número de personas que llegó a reunirse en la autopista y aledaños entre la noche del lunes y la tarde de ayer es de tres millones y medio. Otras estimaciones consignaban un número mayor.

Animación
Después de los incidentes entre grupos armados registrados durante las horas de la madrugada y las 10.20, aproximadamente, la situación se normalizó en los alrededores del palco previsto para que el general Perón dirigiera palabra al pueblo. Leonardo Favio y Edgardo Suárez, turnándose en la conducción de la transmisión, por el sistema de altavoces instalado a lo largo de la autopista, se dirigían a los concurrentes con el afán de animarlos y comunicarles las diversas consignas que se iban gestando en el sentido de mantener abastecido al público y prevenido contra el calor que se insinuaba, puesto que la mayoría de los asistentes, por haber pasado la noche a la intemperie estaban provista de ropas de abrigo.
Varios helicópteros sobrevuelan la concentración y algunos desmayados dan trabajo a los puestos asistenciales sanitarios, que cumplen eficientemente su labor. Se empieza a notar la falta de agua, puesto que las canillas instaladas no son accesibles al público que dada la gran concentración no tiene posibilidad de desplazarse hacia los lugares donde han sido instaladas. A las 13 comienzan a ingresar al palco reservado a la prensa, situado inmediatamente debajo de la caseta que se construyó para servir de lugar de transmisión del mensaje general Perón, los componentes de la Orquesta Filarmónica de Buenos estable del Aires, Teatro la orquesta Colón y los Integrantes del coro estable del mismo teatro, aproximadamente 300 personas que actuarían en conjunto bajo la dirección del maestro Jorge López Ruiz.
Tiroteo
Siendo las 14.30, Leonardo Favio invita a los portadores de carteles y pancartas que componen la multitud a bajarlos por diez minutos a fin de que los reporteros gráficos y camarógrafos “de todo el mundo”, asegura, puedan tomar notas gráficas de un “espectáculo que no tiene parangón en la historia de América”.
No se acata totalmente la invitación y cuando se reitera el pedido en el mismo sentido, de la parte derecha del palco, es decir, desde el sudeste y en la misma trayectoria que recorre el puente El Trébol, se escucha una descarga de metralleta que da contra las maderas y los caños de la construcción, seguida de abundante cantidad de disparos de armas automáticas y revólveres, que de inmediato son contestados por los encargados de seguridad ubicados en el palco. Se produce, a las 14.35, un nutrido intercambio de disparos, que obligan a periodistas y músicos ubicados en el palco a arrojarse al piso, posición que adoptan igualmente los ocupantes de las casetas de transmisión, que mientras tanto alertan a la concurrencia sobre la necesidad de no moverse de sus sitios, no caer en el pánico y no hacer el juego a los provocadores.
Con intermitencias de intensidad, el tiroteo se prolonga hasta las 15.20 en que, recuperada la calma, se comprueba que en el lugar de donde provenían los disparos, se está quemando un automóvil. Sobre el palco queda, al costado de la casilla de transmisión, una granada sin estallar y el sistema de amplificación se interrumpe por el corte de los cables.
El intercambio de tiros fue entre grupos de la Juventud Sindical Peronista y las organizaciones FAR y Montoneros. Cada grupo dio su versión de cómo comenzó el enfrentamiento, pero la confusión impidió a los cronistas apreciar con exactitud de qué sector comenzaron los disparos.
Mientras se recupera la calma en los agitados participantes activos o pasivos del incidente, se notan algunas circunstancias agravantes del clima, como la exhibición de armas, cortas y largas, sin necesidad, al público concentrado en la autopista, y algunos disparos aislados efectuados por personas ubicadas en el palco, sin razón ni enemigos a la vista.
A las 15.50, son despojados de armas cortas por sus jefes algunos de los integrantes de la seguridad del palco de periodistas, que como dijimos cubren SMATA y Juventud Sindical, alcanzándose una tranquilidad que posibilita el retiro de los músicos, sus instrumentos y los miembros del coro, sin inconvenientes ni corridas.
Los locutores, tratan de conseguir que la serenidad alcance a todos y a las 16.15, se emite una orden perentoria para que las personas que están subidas a los árboles los desalojen inmediatamente puesto que se ha averiguado que entre las ramas hay francotiradores. De no obedecer inmediatamente se procederá a hacerlo por las vías más enérgicas. Versiones que circulan por la zona que ocupan los periodistas, dan como saldo del anterior enfrentamiento, dos muertos y once heridos. Se nota tanta tensión que cuando se están recibiendo los informes de bajas, de boca de auxiliares oficiosos, los encargados del orden del palco, impiden la comunicación y arrancan y destruyen los papeles y el material fotográfico de los periodistas y comentan que la confusión los ha invadido hasta el punto de que se han producido tiroteos entre miembros del mismo grupo.
No se había recuperado totalmente el orden cuando a las 16.35 se produce una nueva corrida y se repiten los intercambios de balazos, aparentemente entre los mismos grupos y en las mismas zonas, aunque ahora se distingue que en un monte, ubicado a un centenar de metros del palco en dirección sudeste, comienza un tiroteo que da la impresión de ser más nutrido.
A las 16.55 se da orden, por la red de altavoces, a todos los peronistas de no hacer uso de sus armas, orden que se repite enfáticamente. Igualmente se ordena la detención de un individuo de pañuelo rojo al cuello y otro de campera negra, armados. En ese mismo momento se hace el anuncio de que el general Perón acaba de aterrizar en la pista de la 7a brigada aérea en Morón.

El avión presidencial aterrizó en Morón
El Boeing 387 “Betelgeuse” tocó pista exactamente a las 16.49, después de haber sobrevolado algunos minutos la base, escoltado por varios helicópteros. Carreteó unos cinco minutos, y al colocársele la escalera descendió por la misma el ministro de Bienestar Social, José López Rega, quien conversó brevemente con el doctor Lima. Este se había adelantado al frente de las autoridades que aguardaban la llegada.
Baja Perón
A las 17 en punto hizo su aparición en la puerta de la aeronave el teniente general Perón, quien vestía un traje azul, camisa blanca, corbata a rayas azules y blancas y un sobretodo color beige de pelo de camello, seguido del presidente Cámpora.
Los rostros de ambos traslucían una gran preocupación, que no podían disimular a pesar de los saludos y sonrisas que dirigieron a los funcionarios que los aguardaban y a los periodistas que lograron penetrar al interior de la base.
Mientras Perón proseguía saludando con su clásico gesto, comenzaron a descender del aparato los ministros, los dirigentes gremiales José Rucci y Lorenzo Miguel y los otros integrantes de la comitiva. La secretaria privada de Isabel Martínez de Perón bajó con los perritos caniches “Canela” y “Puchi”, muy asustados, bien aferrados a sus brazos.
Finalmente descendió también Perón y luego se dirigieron todos los viajeros hacia el hall central de la base, generándose un apretujamiento al pugnar por acercarse al líder justicialista los periodistas, técnicos y azafatas de las compañías aéreas que operaban accidentalmente en Morón y familiares al tiempo que era entonada la marcha peronista.
A través de un doble cordón formado por soldados de la base, el que encabezaba la columna logró ingresar al edificio y subir a la oficina del jefe de la unidad militar, comodoro Jesús Orlando Capellini, ubicada en el segundo piso, cerrándose las puertas tras ellos. Solo habían pasado Perón, Cámpora, sus esposas, Lopez Rega, y los tres comandantes en jefe.
En la pista, quedaron los ministros y otros funcionarios, como así también sindicalistas y miembros de la juventud Peronista. Interrogados por los periodistas, manifestaron ignorar cuáles eran los planes inmediatos de Perón, pues todavía no se les había informado si el ex presidente se trasladaría al palco la autopista Ricchieri o a su domicilio particular en Vicente López.
Al preguntárselo por la decisión de no aterrizar en Ezeiza y dirigirse a Morón, el ministro Righi manifestó que luego se daría un comunicado oficial, mientras que Rucci se limitó a decir: “Fue un viaje muy lindo y lo trajimos”. Enterado de los incidentes en Ezeiza, el secretario general de la CGT expresó su pesar por lo que pudo ocurrirle “a los compañeros”.
Lorenzo Miguel a su vez, manifestó: “Fue un viaje magnífico; todo se desarrolló con normalidad hasta que tuvimos noticias de lo que pasaba en Ezeiza”. El canciller Puig también afirmó que el viaje había sido “hermoso y emotivo”. Al entrar en territorio argentino el general Perón brindó con todos los viajeros con champagne, e inmediatamente se cantó la marcha peronista.
Olivos
Perón permanecerá, al menos por el momento, en la residencia presidencial de Olivos, a la que se trasladó el helicóptero desde el aeroparque de Morón. En este viaje, el líder justicialista sobrevoló la zona de Ezeiza y del Puente Doce sobre la autopista Ricchieri, donde se había concentrado la manifestación popular. Luego de la salida del general Perón y del presidente Cámpora del aeroparque de Morón cundieron las más variadas versiones sobre su destino, ya que comenzó a hablarse de que en vez de ir, como había planeado, a su casa de la calle Gaspar Campos en Vicente López, se alojaría esa noche en la residencia de Olivos. Efectivamente, esto último fue lo que sucedió, informándose luego que el líder justicialista había sido declarado huésped oficial del Gobierno, siendo invitado en consecuencia a residir en la finca presidencial.