Toda una familia de San Isidro está involucrada en un secuestro
Asombrosas revelaciones en el caso de la señora secuestrada el 23 de julio último: sus captores integran una conocida familia sanisidrense. El padre fue diplomático y uno de sus hijos juega en el seleccionado de rugby Los Pumas. Comenzaron exigiendo 5 millones de dólares y fueron rebajando a 500.000. Hay siete detenidos.
El secuestro y afortunada liberación de la señora Nélida Bollini viuda de Prado tiene una derivación insospechada y que ya configura un escándalo de proporciones: nada menos que un ex diplomático, un hijo suyo que es afamado jugador de rugby e integró el seleccionado nacional Los Pumas y el resto de la familia —de buen nivel económico y social— fueron los autores del rapto extorsivo, con la intención de obtener 500.000 dólares por el rescate.
La noticia causó conmoción no solamente entre numerosos ex integrantes del servicio diplomático argentino, sino también en esferas vinculadas con el rudo deporte. Concretamente, todo se originó en fuentes bien informadas de la policía bonaerense, según las cuales han sido detenidas las siguientes personas involucradas en el caso: Arquímedes Puccio, de 56 años, contador público nacional, catedrático y ex miembro del servicio consular del país; su hijo Alejandro Rafael Puccio, de 26 años, de notable actuación en Los Pumas; Epifania Angeles Calvo de Puccio, de 53 años, docente, esposa de Arquímedes; Silvia Inés Puccio Calvo, de 25 años, docente, hermana del rugbier; Mónica Souvik, de 21 años, maestra jardinera y novia de Alejandro; Guillermo Labordo, de 42 años; Daniel Puccio, de 23, y un menor.
Otro asombroso detalle se agregó a las revelaciones: la señora de Prado estuvo en cautiverio por espacio de treinta días nada menos que en un sótano de la propia casa de los Puccio, un edificio ubicado en calle Martín y Omar 544, de la localidad bonaerense de San Isidro.
Mutismo y mal humor
“La señora ha viajado a San Martín de los Andes”, informó una voz masculina, anoche, en el domicilio de la víctima, ubicado en la calle Quito al 4300. Ostensiblemente malhumorado, el morador del departamento, mediante el portero eléctrico, explicó que “estaba muy cansado” y sin ningún deseo de hablar con un periodista, pues “no había nada que decir”.
Tampoco se obtuvieron mayores datos en la agencia de automóviles Tito y Oscar, que atienden los hermanos Alberto y Oscar Prado, hijos de la señora que fue secuestrada, pero durante el día el movimiento, tanto en el departamento de la calle Quito, como en la agencia, en Independencia 4141, fue intenso. Idas y venidas, diligencias en compañía de funcionarios policiales, reconocimiento de presos y reuniones con abogados trazaron el perfil de una jornada muy intensa, que evidentemente ensombreció el ánimo de los Prado.
Cabe decir que la viuda y sus hijos son dueños de los principales locales comerciales de la avenida Independencia y algunas calles adyacentes, que hasta hace poco administraban una casa de velatorios y que formalizan operaciones comerciales de gran envergadura.
Los hermanos habían dicho a los vecinos y empleados, mientras duró la ausencia de la madre: “Se encuentra enferma. No es de cuidado, pero no puede abandonar su casa”. En realidad, ambos habían formulado la denuncia y allí se inició una investigación que en algún momento resultó tortuosa, para culminar con sensacional éxito. “¡Quién lo hubiera creído!”, fue el comentario de todo el mundo.
Un negocio “familiar”
Por cierto, la sorpresa que en San Isidro causó la revelación se patentizó en todos los que conocieron al rugbier Alejandro Rafael Puccio. El domingo pasado —18 del corriente— Alejandro Rafael jugó el partido que su equipo —el CASI— ganó al Pueyrredón por 39 a 18 y fue el autor de tres “tries”. De su personalidad opinaron algunos de sus compañeros: “No trascendía socialmente, antes bien, pasaba generalmente inadvertido. En la cancha tenía un comportamiento excelente. No discutía, no protestaba nunca. Tenía amplia experiencia internacional. Jugó en Inglaterra, en África del Sur y en Francia.”
Alejandro había estudiado administración de empresas y ayudaba a su padre en el negocio de venta de artículos de surf, en la calle 25 de Mayo 219 de San Isidro.
En cuanto al padre, Arquímedes Puccio, que había cumplido misiones diplomáticas en el extranjero, en los últimos tiempos pasaba una vida “contemplativa” —según un vecino—.

Encadenada
El plan del secuestro de la señora Bollini de Prado se cumplió mediante un operativo sincronizado y salió a la perfección. La mujer fue trasladada a la residencia de los Puccio, en San Isidro, y encerrada en un sótano. Cada integrante de la familia cumplía un “turno”, durante las 24 horas para custodiarla y se dijo anoche que en alguna oportunidad era encadenada a su cama.
La aparición de fuertes efectivos policiales, que rodearon la manzana antes de irrumpir en la casa de los secuestradores, tuvo visos espectaculares. Incrédulos vecinos vieron cómo, uno tras otro, los miembros de la familia eran conducidos a los móviles. Eso fue el viernes, entre las 21.45 y las 22.15. No hubo siquiera un amago de resistencia y la cautiva pudo ser liberada sin inconvenientes. En un principio, los raptores habían exigido 5 millones de dólares. Pero andando el tiempo limitaron su exigencia a 500.000 dólares y aparentemente estaban resignados con cualquier cifra, pues la situación los había exasperado, mientras que los hijos de la víctima, mediante negociaciones y actitudes dilatorias, permitieron una perfecta intervención policial.