Todavía Arde Nagasaki Por Efectos de la Bomba Atómica
A BORDO DE UN AVIÓN NORTEAMERICANO SOBRE JAPÓN, 27 (INS). — Volando sobre Nagasaki es fácil comprender por qué los japoneses abandonaron la lucha después que dos de sus ciudades, solamente, habían sido azotadas por la bomba atómica. Todavía hoy se veía ascender el humo de las ruinas ardientes de esta ciudad, horrorosamente devastada.
◆ Arrasa Todo sin Dejar Cráteres
Claro que no toda la ciudad fue borrada del mapa, pero su devastación tiene el mismo aspecto que el de Hiroshima, que fuera el primer blanco de la bomba atómica. En Nagasaki, al ser observada desde este avión, la imaginación aporta parte de la escena que debió presentarse cuando el impacto terrible estremeció las llanuras y los cerros cercanos a la ciudad. En Nagasaki todo sufrió las consecuencias de la bomba atómica, con excepción de la armazón de unos pocos edificios de construcción moderna. Lo que allí queda es una borrosa y desnuda faja de tierra. No se notan cráteres ni hoyos en el suelo. Contemplada desde 3000 metros de altura, lo que era antes Nagasaki, aparece ahora como un terreno arado.
Nos encontramos en este momento volando a unos varios cientos de metros sobre el valle que queda al norte del puerto de Nagasaki. Fue precisamente en este valle alrededor de la curva que parte del centro de la ciudad donde cayó la bomba atómica. A uno y otro lado del serpentino canal existían miles de hogares, cerca de los cuales existían enormes fábricas. Ahora, lo que podemos ver en ese paraje, en el que falta toda señal de hogares, son menos esqueletos de los edificios de las fábricas, aparte de lo que parece ser un edificio grande de lo que fuera un hospital.
Nagasaki fue la primera ciudad nipona visitada por extranjeros, hace ya unos tres siglos, y lo que está en pie de tres templos cristianos, son únicamente los muros y torres cuarteadas. Nadie disparó contra nosotros cuando rondábamos sobre la ciudad y su puerto. Se veía gente en las calles, algunos en bicicleta. Después de nuestro primer paso sobre la ciudad, y ante nuestra sorpresa, nadie levantó siquiera la mirada hacia nosotros.
Según el cálculo más aproximado que podía hacerse, una tercera parte de Nagasaki había sido completamente devastada por la bomba atómica y parecía seguro que nadie podía sobrevivir en aquella región aniquilante impacto.
Este corresponsal ha visto innumerables ciudades bombardeadas, incluyendo Hamburgo, Berlín y Munich. La diferencia entre ellas y Nagasaki consiste en que, aunque cuadras enteras de las ciudades alemanas fueron arrasadas, sin embargo quedaban en pie cascarones de algunos edificios, mientras otros resultaron nada más que ligeramente dañados. En Nagasaki, si exceptuamos algunos grandes edificios modernos, no quedó ni vestigio de los millares de edificaciones. Tampoco había escombros, árboles o vegetación.
Una cosa parece cierta, y es que no persiste la radioactividad en Nagasaki. Recibimos la impresión, todo lo buena que puede ser volando a 300 kilómetros por hora, de que la gente era dócil o que, al menos, estaba reconciliada con la idea de la derrota. Pocos de ellos nos miraron cuando volábamos directamente sobre sus cabezas, y los aeroplanos de la marina japonesa cruzaron a medio kilómetro de nosotros sin alterar su curso. Y tampoco dispararon contra nosotros cuando cruzábamos sobre la base naval de Sasebo. El hecho de que los prisioneros de guerra estaban fuera de las cercanías fue otra buena señal y sin nuestras experiencias pueden ser tomadas en cuenta, la ocupación, promete ser menos dificultosa de lo que algunos temen.
Otro descubrimiento sorprendente en nuestro viaje fue la visita de 35 a 40 buques de tamaño grande en Sasebo los que, aparentemente, estaban en buenas condiciones. Usando las facilidades de este avión, que tiene equipo especial, hemos podido los corresponsales mandar nuestros despachos mientras volábamos.
Frank Robertson