Trasplante: Confianza en el Éxito
Alberto Cormillot
MédicoAntonio Enrique Serrano, el hombre de 54 años que vive con el corazón de Emilio Tomasetti desde hace 18 horas, presenta “buena situación clínica global y normal circulación electrocardiográfica”, de acuerdo con el último parte médico, suministrado por el doctor Héctor Ruggiero, de la Clínica Modelo de Lanús, quien, junto al doctor Leguizamón, tiene a su cargo el proceso postoperatorio del paciente, sometido al primer trasplante de corazón realizado en la Argentina.
El histórico acontecimiento científico, a cargo de un equipo encabezado por el profesor Miguel Enrique Bellizzi, ha provocado singular expectación en el país y en el exterior, mereciendo felicitaciones llegadas de los más diversos círculos, incluyendo las del presidente de la República, que recibirá a los autores de la operación el próximo lunes a las 13.30, en la Casa de Gobierno. En tanto, se efectuó en la víspera el sepelio del donante, Emilio Tomasetti, de 47 años. Se indicó en la misma clínica que Serrano es “permanentemente controlado en su respiración, pulso, presión y metabolismo hídrico”; señalándose que el “síndrome de rechazo puede producirse después de las 48 horas de la operación”. En general, hay generalizada confianza en el éxito.
Noche de Vigilia y Esperanza
La expectativa de la víspera en torno al más importante intento de la cirugía argentina de los últimos tiempos amaneció ayer electrizada frente al número 4835 de la avenida Pavón.
Una puerta cerrada de la que de tanto en tanto lograba filtrarse al exterior alguna noticia, fue testigo de la inquietud que a esa hora empezaba a ser del país todo. Arriba, en el segundo piso de la Clínica Modelo de Lanús, la sala de operaciones era escenario donde en las manos diestras de un equipo de cirujanos se definió la última de un trasplante de corazón. Todo había comenzado hacía muchas horas ya, el día anterior. Testigo de los primeros hechos, Clarín, que en su edición de ayer anticipó pormenores exclusivos de este suceso científico, reconstruye en orden cronológico sus momentos más salientes.

A las 14 horas de la tarde del jueves último, en la cama 23 de la sala XV del Hospital Ramos Mejía, el paciente Emilio Tomasetti, argentino de 47 años, se encontraba en estado desesperante. Internado allí desde el sábado 25 de este mes a raíz de haber sufrido una embolia cerebral, había experimentado un nuevo derrame que esta vez había afectado su sistema nervioso definitivamente. Tal el diagnóstico reiterado de los facultativos que le asistían, quienes finalmente dictaminaron que Tomasetti se hallaba “descerebrado”. Es decir, su caso encuadraba exactamente en lo que la medicina reconoce como estado de “muerte clínica”.

Ningún movimiento en su cuerpo podía producirse ya por impulso cerebral, ni siquiera el de respiración. No obstante, mediante un aparato respirador que suministraba oxígeno a sus pulmones, se le mantenía con vida. Una traqueotomía permitía que el vital elemento penetrara en su cuerpo.
Pero su corazón, perteneciendo a un hombre vigoroso y hasta pocos días antes rebosante de salud, se hallaba en perfectas condiciones y funcionaba normalmente. Así podían atestiguarlo los firmes trazos que la cinta de papel del electrocardiógrafo transmitían los electrodos conectados a su cuerpo.
Entre la Sala XV del Samos Mejia y la Clínica Modelo de Lanús se estaba ya en contacto y se evaluaba la posibilidad de que el paciente Tomasetti pudiera ser el donante apto para realizar un trasplante. A medida que transcurrieron las horas esta posibilidad, seguida ansiosamente por los médicos de uno y otro centro, llegó a convertirse en perspectiva inmediata. Los facultativos del Ramos Mejía, conociendo la capacidad del equipo operatorio de la clínica de Lanús y la existencia de un internado en ella, apto a su vez para recibir un corazón, realizaron las primeras gestiones ante los familiares de su paciente.

La Autorización
Estas culminaban exitosamente antes de las 20 de esa noche. Después, la esposa del donante, señora Isabel Julia Perotto de Tomasetti diría al referirse a ese momento; “Firmé la autorización segura de que ya nada podía hacerse por salvar la vida de mi esposo y sabiendo que en ese legado de su corazón estaba la posibilidad de salvación de otro ser, a quien no conocía pero solo podía desearle el bien…”
A las 21, la sala del hospital donde todavía se encontraba Tomasetti, era el centro de atención de un eficaz grupo de médicos. Aguardando el momento en que se le trasladaría a la clínica de Lanús para la trascendental intervención, controlaban de cerca su respiración (siempre artificial) y el funcionamiento de su corazón que no daba señales de alteración alguna. Asimismo le era suministrado suero glucosado por vía venosa.
A las 22.5 el cuerpo del donante Tomasetti fue descendido del primer piso del Hospital Ramos Mejía, donde se encuentra la Sala XV, a la planta baja. Allí ya aguardaba la ambulancia Classic chapa B 102750 de la Capital Federal, que lo transportaría hasta la Clínica Modelo de Lanús. Instalado en ella junto con el equipo respirador atendido por un anestesista y bajo constante vigilancia médica, se cumplió su traslado, arribando a destino momentos después de las 23. Desde ese momento, documentado fotográficamente por Clarín en su edición de ayer, se pudo constatar la inminencia de la iniciación de la operación de trasplante.
Con todo, el hermetismo con que el natural celo profesional de los médicos que intervendrían rodeó a las alternativas subsiguientes, intentó disipar esas presunciones. Transcurrieron así varias horas en las que solo trascendidos permitieron ir reconstruyendo lo que acontecía en el interior del moderno edificio de Pavón 4835.

Sala de Cirugía
El cronista de Clarín pudo constatar como a las 23.20, la camilla transportando a Tomasetti llegaba al segundo piso de la clínica y con los cuidados del caso era conducida desde el ascensor al interior de la sala de cirugía. La presencia de un hombre “clínicamente fallecido” en ese lugar, justificaba ya por sí sola toda la expectación que siguió después.
Pasó la medianoche sin que esa expectación periodística, ahora confinada al exterior de la puerta de calle de la Clínica Modelo, recibieran nuevos indicios.
Pero el movimiento en el interior y las entradas y salidas cada vez más frecuentes de médicos y personal auxiliar, a hora tan desusada continuaron acicateando la espera. Luego vino el primer “trascendido”; “Están consultando ahora a la familia del hombre que va a recibir el corazón. Necesitan su autorización definitiva para iniciar la operación”.
En esos mismos momentos, la ambulancia de la clínica regresó una vez más al lugar transportando oxígeno que dos camilleros descargaron de inmediato de su interior. Eran exactamente las 2.45 de la madrugada de ayer.
A esta altura de los hechos, una verdadera legión de periodistas representando a los distintos medios informativos del país y corresponsales del exterior ya se había congregado frente al lugar, poniendo una nota de conmoción en la apacible madrugada de Lanús. Así fueron muchos los que recogieron la versión “filtrada” desde el interior de la clínica que decía: “La operación se está demorando porque han surgido complicaciones de tipo pulmonar en quien recibirá el corazón…” Y pasadas las 3 la confirmación del nombre del paciente elegido: Antonio Enrique Serrano, de 54 años de edad.
La operación
A las 4 se anotó otro el ingreso , quien admitió que venía “por la importante operación”. Quince minutos después la ansiedad subió de tono al saberse que el paciente Serrano era ya descendido del 4° piso, donde se hallaba alojado, hasta el 2° donde está ubicado el quirófano. Se sabe también que en la clínica se han recibido llamadas de la Presidencia de la Nación interesándose por detalles de la operación cuyo inicio parece inminente.
Todas las miradas se clavan en los relojes cuando llega la voz terminante de que la operación ha comenzado efectivamente; son ya las 4.30 del viernes 31 de mayo de 1968. La hora y la fecha se repiten con respeto en el amplio corrillo formado en la vereda. De cierta manera, se contagia la sensación de vivir un momento histórico.
Pero dentro de la sala de operaciones se posterga para mejor oportunidad, porque para la docena de especialistas que han emprendido su trascendental tarea solo cuenta en esos instantes la precisión de una técnica largamente depurada. No se puede asistir a la intervención, pero se intuyen sus alternativas, se adivinan sus dificultades en base a los datos de que se dispone y se van recomponiendo sus pasos más salientes gracias a los datos que trascienden al exterior. Como el que a las 5.30 informa que el tórax del hombre receptor del corazón, Antonio Enrique Serrano ya ha sido abierto y que el donante Tomasetti está preparado para que se le extraiga la víscera.
El trasplante
Ya es de día afuera. Adentro, ha comenzado la parte más delicada de la intervención, el trasplante propiamente dicho. Son las 6 de la mañana. Poco después la ambulancia de la clínica se arrimará a la puerta de acceso haciéndose visibles los aprestos para el retiro del cadáver del donante. A las 6.20, la voz es que se está suturando ya el órgano injertado dentro de la cavidad torácica del paciente Serrano. Se descuenta que mientras tanto se halla asistido por la bomba de circulación extracorpórea o máquina “corazón-pulmón” artificial.
La última etapa de la operación continuaba desarrollándose en el quirófano cuando el cuerpo del donante Tomasetti fue retirado en una camilla y poco después trasladado a bordo de la misma ambulancia, hacia el domicilio del familiar, en la localidad de Aldo Bonzi. Eran exactamente las 7.15.
Fin del Injerto
Media hora después, cuando las primeras versiones de la marcha exitosa del trasplante desbordaban el recinto, ingresó a la Clínica Modelo el doctor Osvaldo Bellizzi, hermano del médico que dirigía el equipo a cargo de la operación. El mismo se identificó: “Sí, soy el hermano del doctor Miguel Bellizzi. Acabo de enterarme de que se está realizando el trasplante, pero sabía desde largo tiempo atrás que esto podía ser posible en cualquier momento. El equipo operatorio de esta clínica lo tenía todo preparado desde hace más de tres meses...”
Pero debió transcurrir aún una hora más, que pareció mucho más larga que las anteriores, hasta que llegó el anuncio final de la culminación del intento. Un médico, identificado como el doctor Angeletti, fue a las 8.30 el vocero de la nueva: “La operación ha concluido. No se pueden anticipar otros resultados”.
Pero la noticia era de por sí elocuente. Hubo que esperar algunos minutos más. Pero no muchos. El doctor Miguel Bellizzi, sus colegas médicos, y todo el equipo quirúrgico estuvieron pronto a disposición de los cronistas. Todo el hermetismo de una noche vivida con expectación por lo que ocurriera dentro de la sala de operaciones, iba a disiparse. La sonrisa de Bellizzi, su expresión que ahora sí transmitiría momentos de emoción, compartida con su enorme grupo de colaboradores, abrieron el diálogo. Después seguiría la no menos larga tarea de responder preguntas. Pero hasta que el informe científico sea elaborado por los protagonistas, vale el hecho cierto de que un hombre recibió el corazón de otro por primera vez en la Argentina, y que sus latidos sonaban como propios ya a esa hora: las 8.30 de la mañana de ayer. Un histórico 31 de mayo para nuestra medicina.

El Presidente
El presidente de la Nación, teniente general Juan Carlos Onganía hizo llegar en la jornada precedente un conceptuoso telegrama al doctor Bellizzi y a su equipo quirúrgico. El despacho está concebido en estos términos: “Reciba usted y sus colaboradores nuestras felicitaciones por la notable operación cardíaca realizada, que evidencia la capacidad humana y el alto nivel científico de nuestro país para orgullo de los argentinos”.